Los magos somos como los pájaros.

Hay magos avestruz. Los avestruces solamente van por tierra. ¡Pero como corren! Corren muchísimo. Más que otros pájaros.
Hay magos avestruz que cogen una baraja y te hacen un triple lift con los meñiques atados a las orejas mientras te fuerzan una carta. Solamente corren pero...¡Como corren!

Hay magos pingüino. Correr, correr...no corren muy bien. Triscan entre rocas y hielos llegando a todas partes pero no muy bien. Eso si, cuando nadan hasta ganan a los peces (porque si no, no comen).
Hay magos pingüino que manejan unas monedillas o una cuerda (incluso alguna otra cosa) con soltura y arte pero que donde destacan es en el agua de la baraja (o de las monedas, o del mentalismo...)

Pero también hay magos pato. Los patos andar...mas que andar anadean. Hasta los pingüinos tienen mas gracia para moverse en tierra. Está claro que la baraja no es lo suyo.
Nadar, nadar si que nadan. Pero vamos, que lo justo para que se sepa que saben empalmar una moneda.
Pero cuando hay que enfrentarse a un teatro lleno de gente (normalmente con niños)...hay si que se descubre algo importante.
Y es que...¡Los patos también vuelan!

Porque el mago debe ser un pato. Debe enfrentarse al público porque sin público no hay magia.

Damas y caballeros, hay que volar.