Hace poco estaba releyendo La buena magia de Darwin Ortiz y me surgieron estas reflexiones sobre qué resulta más fuerte: si dar a elegir una carta o que ésta sea pensada por un espectador.

- Sobre la carta elegida:


Al margen de que en muchas cosas podemos estar o no de acuerdo con el autor del libro, en uno de los capítulos afirma que los juegos con carta elegida son más fuertes de cara al espectador que los que se hacen con carta pensada. Uno de los motivos es que cuando el espectador coge o elige una carta, la toca y la siente como si fuera más suya. Este sentimiento de reforzar la idea de "mi carta" podría ayudar a que el efecto posterior resultase más fuerte. Me recuerda a la teoría de DaOrtiz sobre su Triunfo en abanico, donde dice que para él lo importante es que el espectador toque y sienta las cartas revueltas.

También creo preciso recordar esta anécdota que a muchos nos habrá pasado a menudo: damos a coger una carta y el espectador la esconde instintivamente para que no podamos verla, independientemente del efecto que vayamos a realizar.

Si la carta es firmada por el espectador, terminamos de reforzar ese vínculo con la carta que él ha cogido. Por lo tanto, ganaría la teoría de Darwin Ortiz.

- Sobre la carta pensada:

Por otro lado solo tenemos que poner como ejemplo a Juan Tamariz realizando juegos propios de carta pensada como Mnemonicosis, o sus adaptaciones de la Carta ambiciosa, Triunfo, etc.

En el primer caso (Mnemonicosis) la propia construcción del efecto implica que la carta sea pensada por el espectador. En sus adaptaciones de juegos clásicos para carta pensada (Ambiciosa, Triunfo...) se pierde el vínculo del espectador eligiendo, tocando y/o firmando una carta, pero creo que el efecto gana en el análisis intelectual y en la posterior reconstrucción mental del efecto. Ya no hablamos de una carta que se coge de la baraja y que el mago ha podido ver o manejar en algún momento, sino de una carta que el espectador ha pensado libremente.

Dentro de los juegos con carta pensada, tengo que mencionar otra vez a Dani DaOrtiz y a los efectos fortísimos que realiza con este principio (véase por ejemplo su libro Libertad de expresión).


Teniendo en cuenta estas teorías y a la espera de leer más aportaciones, la conclusión que saco ahora mismo es que para el espectador la carta elegida resulta más fuerte en el plano sentimental, mientras que pensar la carta refuerza la imposibilidad en un análisis más racional.

¿Qué opináis vosotros?