33 preguntas interesantes

[Pulgas]

12.- Has acabado la actuación y los niños vienen y empiezan a meter las manos en tus cosillas...
Las avalanchas de peques que invaden el espacio escénico una vez acabada la actuación, y la cantidad de monstruos que tratan de tocar tus cosas, son una de las grandes plagas a las que nos enfrentamos los magos infantiles.
He leído que la mayoría de la gente va recogiendo el material según acaba de usarlo y esa es, sin duda, la mejor medicina. La prevención es el mejor remedio.
Aún así, si se produce la avalancha, yo no me separo del material hasta conseguir que algún adulto se haga cargo de la situación.
Trato de contener a los peques explicándoles que ese es espacio para magos, y no para el público.
Si he montado telón de fondo (uso un par de tramos de spaider) me pongo a recogerlo enseguida indicando a los peques que se alejen, porque puede ser peligroso. En cuanto los adultos ven que estás haciendo algo, se encargan de retirar a sus hijos (más por miedo que por respeto). Ojo, esto sólo lo hago cuando trabajo con telones nada peligrosos, pero no se me ocurre retirar nada que, en efecto, pueda ocasionar un accidente (torres de luces, altavoces, etc.)
A la hora de tratar con los niños no me importa ser algo más severo que durante la actuación si alguno se empeña en abrir mis maletas y mirar mis cosas. En alguna ocasión, cuando he reprendido a un niño, la madre se ha puesto de parte del peque (¡qué padres!). Ese día me limité a pedirle el bolso y añadir (sin que me lo diera): no. si es sólo para mirar qué hay dentro. Como a usted le parece bien que su hijo lo haga con mis cosas...
En otra ocasión, un niño me cogió una caja de metacrilato (sin trucar) y la tiró al suelo. La madre no le dijo nada de nada. Y es que, de tal palo, tal astilla.

[Pulgas]

13.- Pides un niño para ser tu ayudante, y nadie quiere. ¿Qué haces?

La técnica para "sacar" voluntarios es un arte. En muy pocas ocasiones se dará el supuesto que has sugerido. No obstante, como se trata de dar alternativas...
Si eso me ocurriese, sopesaría tres posibilidades.

La primera consiste en rogar a un niño que salga y me ayude, y se lo pediría fuera de mi personaje, más como favor que como parte del espectáculo. Ahora, me parece tristísimo tener que mendigar ayuda.

La segunda, es, después de un par de rechazos, decirle a un niño que veamos suelto y despierto, que no pasa nada, que no va a salir. Tenderle la mano para saludarle y, una vez que te dé la mano, tirar del peque al tiempo que pedimos un fuerte aplauso para él. El aplauso minimizará las protestas del peque y, cuando quiera darse cuenta de qué está pasando, la vergüenza de volver al sitio será mayor que su rechazo a echarte una mano. Esta fórmula la he utilizado en algunas ocasiones y puedo asegurar que funciona, aunque la sensación que transmite no es la que queremos dar.

La tercera fórmula (me gusta más, pero sólo sirve para peques un poquito mayores) está basada en la teoría de "los tres sí".
Si a un espectador le haces dos preguntas consecutivas en las que al respuesta sea (¡¡¡inequívocamente!!!) un sí, en la tercera pregunta también responderá si.
Veamos un ejemplo.
Te diriges a un niño que hayas visto ya que está disfrutando y le preguntas

1.- ¿Te gusta la magia?
2.- ¿Te lo estás pasando bien?

La tercera pregunta puede ser

3.- ¿Me ayudas un momento, por favor?

Un porcentaje altísimo de los niños responderán que sí, y lo harán por inercia, pero... ¡Ya han dicho que sí!
Mucho ojo con la segunda pregunta. Únicamente interrogaré a un niño acerca de si se lo està pasando bien cuando esté 100% convencido de que me va a decir que sí. ¿Os imagináis la cara que se nos puede quedar si el niño responde que no, que no se lo está pasando bien. La sensación de fracaso es mayúscula y cala no sólo en nosotros, sino en todos los espectadores.

Tangencialmente acabo de tocar otro tema imprescindible a la hora de sacar un ayudante y es cómo lo pido. Yo intento ser exquisitamente educado a la hora de solicitar ayuda, lo pido siempre por favor. Y, por supuesto, al acabar le doy las gracias al niño. Quiero crear la impresión de que el que sale a ayudarme se lo pasa mucho mejor que los que están sentados. De esa manera tendré menos problemas a la hora de conseguir un nuevo ayudante cuando lo necesite.

[Pulgas]

14.- Después de pedir un niño para que te ayude y que nadie quiera, solicitas la participación de un adulto, y tampoco quieren. ¿Qué haces?

¡¡¡Me jubilo!!!

































La reflexión inicial es la misma que hice en la respuesta anterior. Algo estoy haciendo mal, pero muy, muy mal.
Cuando algo así ocurre debemos pensar en serio dónde estamos fallando.

• Nuestro público ¿se siente tan incómodo como para que no le apetezca salir a colaborar con nosotros (o no se atreva)?
• ¿Cómo es nuestro mago? ¿Vamos de prepotentes? ¿Retamos a los espectadores y nos quieren colaborar porque saben que van a perder?
• ¿Ridiculizamos a nuestros "ayudantes"? Tal vez por aquí vengan los tiros, por el hecho de que los que han salido antes se hayan sentido mal, o porque la gente tenga la impresión de que les vamos a hacer sentirse mal.

Lamentablemente siempre hay "artistas" que han llegado a la conclusión de que se puede sacrificar a una parte del público en beneficio del resto. Por eso no tienen reparo en menospreciarles en escena, en hacer escarnio de/con ellos, burlarse, dejarles en ridículo.
Personalmente lo tengo muy claro: si alguien le falta al respeto, ofende, o se burla del que vaya delante de mí, yo no colaboro con ese artista ni de casualidad. Ni siquiera por echarle una mano. ¡Que cada palo aguante su vela! "El que siembra vientos, recoge tempestades".

Se me ocurre otra posible explicación. Cuando fallamos a la primera en el momento de escoger ayudante, aumenta muchísimo el riesgo de que el siguiente diga que no. Cuando son dos los que se han negado, la situación se complica mucho más.
Puede que hayamos errado el tiro en la primera y estemos pagando las consecuencias. En cualquier caso, y suponiendo que nos haya ocurrido esto, me sigue pareciendo raro, muy raro, que nadie quiera subir al escenario con elm,ago.

[Pulgas]

15.- Sacas a un niño/a para ser tu ayudante y de repente quiere bajar. Eliges otro y hace lo mismo. ¿Qué puedes hacer?

Recapacitar acerca de cómo es posible que yo escoja tan mal a mis ayudantes.
Claro que, en este caso, puede haber más razones.

• El niño puede resultar ser tímido, sin que yo lo haya detectado antes.
• Es posible que le pueda la presión del público.
• Lo que le pido que haga le incomoda y su respuesta es querer marcharse.
• No quería salir y le hemos obligado (unas veces el mago; otras, la familia: especialmente cuando es el homenajeado y los padres te piden que le saques).

El mayor problema que veo es que no es extraño que ocurra con un niño, pero con dos consecutivos... Cuando pasa con dos sí que hay algo que está fallando.

En cualquier caso, la pregunta es ¿qué hago? ¿Yo? ¡¡¡Dejarles marchar!!! Entre sacarle partido a la situación (aunque es difícil siempre se puede sacar partido a una contingencia de este tipo)... Decía que, entre sacarle partido y dejar a un niño incómodo en el escenario, siempre me decantaré por sacarle partido.
Vamos a ver qué se me ocurre. Escribo mientras improviso (nunca se me ha dado este caso).
Tengo muy claro lo que no puedo hacer:

• Bajo ningún pretexto puedo ridiculizar a los niños que se han bajado del escenario: nis son cobardes, ni son flojos, ni... Es más,lo primero que haré será darles las gracias.

A partir de ahí reformularé la solicitud de ayuda.

• Si no me está funcionando en el escenario... ¿Y si soy yo quien se baja del escenario? ¿Puedo hacerlo a ras de suelo? ¿Y entre el público? ¿Puedo hacer el juego sin necesidad de que suba otro peque al escenario? A lo mejor de esa manera me funciona todo un poco mejor.
• La idea de cambiar de juego (aunque sólo cambiemos el orden del espectáculo y lo retomemos más tarde) puede que nos ayude. Estamos haciendo que el resto de los niños se olviden de lo que ha pasado. Así, más tarde, podemos intentarlo de nuevo pero solicitando ayuda de otra manera, por ejemplo... "Y ahora vamos a hacer algo especial, lo más divertido de la tarde, sobre todo para la persona que suba a ayudarme. ¿A quién le apetece subir y pasárselo genial?
• Puedo pedir ayuda a un adulto y utilizar su presencia para lograr que los niños vean que no hay ningún problema en ayudarme.
• Puedo sacar mi lado cómico y asumir yo todos los personajes (el del mago y el del ayudante), aunque no todos los juegos lo permiten. En muchos juegos, una silla basta para suplir la presencia de un menor (si sólo tiene que sujetar algo, por ejemplo). A esa silla puedo otorgarle características humanas: ponerle nombre, distorsionar la voz cuando le toque hablar a la silla, moverla... Puede que, incluso, nos quede más divertido que con un espectador.

Todo esto me lleva a pensar (una vez más) que somos un poco inmovilistas, que nos conformamos con lo primero que cae en nuestras manos y que, cuando leemos un hoja de instrucciones, muy pocas veces nos preocupamos por buscar más allá de lo que está escrito. Si le diéramos más vueltas a las cosas, nuestra magia sería más rica y las posibilidades que se nos abrirían serían enormes.

(Gracias Iban, con esta pregunta -más que con otras- me has hecho darle vueltas al coco)

[Pulgas]

16.- Estás actuando con una paloma que va a aparecer en una sartén. La haces aparecer y está muerta. ¿Cómo sigues?

Antes de comentar otras cosas, una afirmación presonal y una reflexión muy subjetiva.
Nunca hago magia con animales. Es un opción que adopté hace ya bastante tiempo cuando me di cuenta de que en el proceso de adiestramiento o en el acto de hacer la magia, los animales sufren (unos más, otros menos) se estresan... No me parece ético promover la diversión de los humanos a costa del sufrimiento animal.

Una ve dicho, trataré de responder a la pregunta como si me ocurriese de verdad (en más de una ocasión me salió el pez agonizante y una vez, muerto).
Si se trata de una paloma (me daría lo mismo con cualquier oro animal) a priori nunca reconocería la muerte del bicho, ni trataría de ocultarlo precipitadamente.

• Si reconozco que se me ha muerto un compañero, estoy admitiendo que mi magia no tiene ningún valor, que soy un pésimo mago. Si soy mago de verdad ¿cómo es posible que haga aparecer una mascota muerta? ¿Por qué no hago aparecer una mascota viva? ¿Por qué no la devuelvo a la vida?
• Eso, en cuanto a mago. Pero si me fijo en el público, que me resulta más interesante y menos egocéntrico, la posibilidad de que los niños sufran es altísima, con lo que me alejo de todo el concepto artístico y mágico que vendo al ofrecer mis espectáculos. No descarto en absoluto que muchos niños lloren y tampoco descarto que algunos de ellos no quieran nunca más ir a ver un espectáculo de magia.
• Por otro lado, si trato de esconderla, estaré llamando la atención sobre el error y, con certeza, el público se dará cuenta de que algo ha fallado. Si alguien acierta a ver que se trataba de un animal, estoy convencido de que en un ratito todos los espectadores sabrán que se me ha muerto la paloma.

¿Cómo puedo salir del paso?

• En un principio me vino a la mente la idea de hacer pasar la paloma por un animal dormido, pedir silencio, separarla con cuidado y anunciar a los peques que luego, cuando se despierte, se la enseñaré. Como es fácil que algún niño quiera verla al acabar el espectáculo, insistiré en que está dormida y trataré de salir por ahí. Esta alternativa me deja algunos flecos que no me convencen. Que no se despierte la paloma es raro. Que no se despierte durante todo el espectáculo es anormalmente extraño. No, no me convence mucho.
• Otra opción es jugar a que no es un animal de verdad, sino un muñeco. En principio me gusta más. Lo que voy a comentar ahora resulta un tanto fuerte, pero la situación de la paloma muerta me parece más fuerte todavía.
  Puedo jugar con el cuerpo de la paloma (para que sea más fuerte todavía diré el cadáver de la paloma) como si fuese un juguete: hablaré con ella, haré que afirme o niegue moviéndole la cabeza (sí, sí, sé que es nuestra mascota y que la queríamos mucho pero...)
  Eso sí, no puedo golpearla por si sangra. ¡Ya, ya sé que es desagradable, pero más desagradable ha sido para el ave morirse sin comérselo ni beberlo. Y, además, seguro que ha muerto sufriendo!
  Intentaré, en resumen, que ningún niño se dé cuenta de que el animal está muerto de verdad.

¿Qué hacer si, a pesar de todo, al final del espectáculo algún niño se ha dado cuenta de que la paloma a muerto y me lo pregunta?
Yo lo negaré. Lo negaré siempre. Trataré de convencer al pequeño de que es un peluche o un muñeco realista, pero creo que no reconoceré que es un cadáver.

¿Y si es un adulto el que me lo comenta?
¡Ay, que los adultos pueden darse cuenta de cosas que los peques no quieren ver!
Pues, también lo negaré, con mi mejor cara de mentiroso. Sí, lo negaré. Y no volveré a trabajar con animales vivos.

[Pulgas]

17.- Estás actuando para niños de 3 años. Sales al escenario y empiezan a llorar. ¿Cómo lo resuelves? ¿Cuál es la solución? ¿Hay formas de evitarlo?

Esto es algo más frecuente de lo que nos imaginamos, sobre todo cuando tres años los acaba de cumplir (en una actuación en colegios, por ejemplo, a principio de curso).
Uno de los grandes problemas del llanto de los niños es el "efecto contagio": si llora uno, es fácil que lloren dos; si lloran dos, en un momento pueden ser cuatro.
Creo que las soluciones pueden pasar por varias vías diferentes.

Si tengo opción, dejo que los niños me vean antes, me acerco a ellos, entablo conversación con los más osados (los más retraídos comprueban que no pasa nada) y, casi siempre, les hago algún juego que sé que les gusta mucho, que no esté incluido en el posterior repertorio, y que sea muy cortito (una aparición de algún objeto, por ejemplo).
Lo normal es que reaccionen muy bien y que se rían o, como mínimo, sonrían. Lo mejor de todo es que sonrisa y risa también tienen el "efecto contagio".

Si no tengo opción, empiezo como acababa el párrafo anterior: ¡¡¡Sonriendo!!!
Mi primera aparición es con una inmensa sonrisa en el rostro. Sin gritar, despacio, les saludo y me presento. Tiendo a hacer algo que les agrade pero, sobre todo, que sea muy divertido.
Si hay niños llorando, no me preocupo en exceso hasta acabar esta primera fase. Si el llanto persiste, dependiendo de cuántos niños tengan el berrinche, trato de calmarlos uno a uno, pero desde el sitio, sin acercarme a ellos porque puedo provocar la reacción contraria a la que busco y ocasionar una auténtica rabieta.

Quizás sea bueno que nos paremos un instante a pensar... ¿Por qué lloran?

• En general les invita a llorar el miedo a lo desconocido.
• Puede que alguno arrastre un pequeño trauma (por otras actuaciones anteriores, por algo que le ocurrió con los Reyes "Magos"...)

En estos casos, lo tenemos algo más difícil porque son reacciones ajenas a nosotros, se escapan a nuestro control.

Pero también puede ser un error nuestro:

• ¿He hecho una aparición sorpresa que les ha pillado desprevenidos y se han asustado?
• ¿He empezando hablando muy alto y se han sobresaltado?
• ¿El volumen de la música es elevado?
• ¿Mi vestuario es estrambótico y un tanto agresivo?

Todas estas acciones ( y otras muchas similares) sí las podemos (las debemos) tener en cuanta a la hora de diseñar los espectáculos o a la hora de llevarlos a escena si tenemos delante peques de tres años. La prevención, en este caso, nos ayuda a evitar riesgos mayores.

En cualquier caso, y como nota de esperanza, allí donde hay una concentración de tres años, siempre hay adultos, sean padres, profes, animadores... A ellos, en última instancia, les corresponde resolver el conflicto si persiste.
Para el caso de se muestren pasivos (muchas veces estarán esperando nuestras indicaciones) deberemos recabar su ayuda. Siempre es mejor que saquen temporalmente de la sala a un peque, que tener a ese niño como elemento de distorsión permanente (sin olvidar, por lógica, que el niño lo está pasando realmente mal. Cuando se le pase el disgusto, podrá volver a entrar y, casi seguro, disfrutará nuestro espectáculo.

[Iban]

Y para cerrar el cuestionario, van las tres últimas:

31.- Llegas a una fiesta infantil, los padres desaparecen a tomar copas en la habitación de al lado. Estás solo con l@s niñ@s y están portándose muy mal... ¿qué haces?

32.- Después de 20 minutos los niños empiezan a irse para jugar fuera. ¿Qué haces?

33.- Llegas a la comunión y hay un castillo hinchable. ¿Harías algo?

Y yo, con esto, ya he cumplido mi parte. ;-)

[Ritxi]

31- No actúo sino hay adultos delante. Si se diese el caso, como no hay nadie controlando, pues no hago la actuación y juego con ellos a lo que sea.

32- Me pasó una vez hace años, una fiesta al aire libre con un precioso campo de futbol al lado, había unos chavales jugando y al final se me fueron casi todos los niños :( Suerte de la niñas!!
yo continué como pude

33- Me he encontrado varias veces con castillo, les explicas que durante la actuación hay que pararlo y ya está. Nunca me han dicho que no (de momento)

[Pulgas]

18.- Llegas a una actuación y tu equipo de sonido falla. ¿Qué puedes hacer?

¿Sudar?

Vamos a ver en qué cuestiones nos puede alterar el que nos falle el equipo de sonido.

• En primer lugar, nos quedamos sin micrófono. Puede suponer una faena si se trata de trabajar para una audiencia grande o en condiciones adversas (mucho ruido de fondo).
• En segundo lugar, nos afecta de cara a las músicas. No nos queda más remedio que sopesar qué juegos se ven seriamente alterados por el hecho de que no tengamos música que los acompañe.
• En tercer lugar, aunque es poco importante, nos impide tener una música de ambientación o convocatoria previas al momento de iniciar la actuación.
• En cuarto lugar, tampoco demasiado trascendental, salvo que nos hubiésemos comprometido a tenerlo, nos imposibilita el disponer de micrófono para que nos presenten o la organización haga los llamamientos, discursos o avisos que estime oportuno.

Ahora que tenemos claro a qué nos enfrentamos (hemos sopesado algunos inconvenientes), tenemos que plantearnos cómo actuar.
¿Tenemos alguna oportunidad de conseguir otro equipo dentro de tiempo? Si es así, adelante, aunque nos suponga cobrar menos de lo previsto (si tenemos que alquilarlo) o, incluso, perder dinero. ¡La profesionalidad es la profesionalidad!
Vamos a suponer que no tenemos posibilidad de hacernos con otro equipo. Analizados los cuatro puntos anteriores... ¿Tenemos posibilidad de llevar a escena la actuación de una manera correcta y sin que haya una merma seria en la calidad? ¿Sí? ¡A por ello!; si es que no, no nos queda más remedio que anunciar que no podemos hacer la gala.

Si nos vemos obligados a suspender, tenemos que plantearnos si va a ser una suspensión definitiva o si se trata de un aplazamiento.
Si suspendemos de manera definitiva, habremos de estudiar bien las repercusiones que puede tener. En general estarán reflejadas en las cláusulas del contrato.

En cualquier caso, trataré de que se note mi total disposición a arreglarlo, sea como sea. A fin de cuentas la causa es imputable a mí y no a la organización; el conflicto lo genero yo, y no la organización; la solución debe partir de mí (o al menos la buena voluntad para encontrarla).

[Pulgas]

19.- Tienes una actuación a las 18:00 y debido a un atasco llegas a las 18:10, sin tiempo para montarlo todo. ¿Qué harías?

¿Llorar?
Lo primero es lo primero: disculparme. Pero no sólo ante los organizadores, sino, una vez que empiece el espectáculo, también ante los niños. Creo que si los adultos damos siempre ejemplo de cortesía, contribuimos a que los peques naturalicen la buena educación.
Tras ello, un análisis rápido:
Si empiezo de inmediato, sin preparar todas mis cosas, ¿cuánto se resiente el espectáculo? ¿Puedo hacer lo que se espera de mí? ¿Puedo llevar a escena aquello a lo que me he comprometido?
Si mi espectáculo se resiente de verdad, aplico aquello de "de perdidos, al río". Puestos a empezar tarde, que esperen un poquito más y, por lo menos, lo hago bien.
Por supuesto, si los juegos que tengo previsto no necesitan una preparación especial y lo puedo ir haciendo todo (o casi todo) sobre la marcha, empiezo cuanto antes.

Fuera de lo que es la pregunta directa, podemos evaluar algunos otros aspectos.
¿Qué implica en el público un retraso considerable en el inicio de una actuación?
Normalmente va a conllevar la impaciencia de los espectadores, lo que se traducirá en un público alterado. Por lo común estarán más movidos, más inquietos y nos lo pondrán más difícil hasta que consigamos apaciguarles.
Puede darse el caso (más extraño) de que los niños estén aburridos y que eso repercuta en forma de apatía.
En cualquier caso y como su espíritu ya está alterado, me corresponderá empezar con mucha decisión y fuerza. He de convencer a los espectadores de que ha merecido la pena esperar un poco, porque nos lo vamos a pasar genial, y eso tiene que verlo en los primeros minutos de mi sowh.