Quería exponer un tema por el que se ha pasado de puntillas en este otro hilo pero, dado que dicho hilo se centraba en las propiedades “mágicas” de la baraja, he creído más conveniente abrir uno nuevo. Si esto ya se ha hablado en otro tema disculpadme, no lo he encontrado con el buscador.

Me refiero a la posibilidad de enfocar la presentación de un juego de forma que intentemos convencer al espectador de que es él el que tiene todo el poder mágico para obrar el pequeño milagro que sucede ante sus ojos, más allá de que realice un simple soplido sobre la baraja, descartando cualquier mérito nuestro (como, por ejemplo, demostrándole que posee ciertos poderes predictivos que aún no había descubierto, pero que están ahí).

¿Cómo de conveniente veis plantear alguna vez un juego de esa manera? Según lo veo yo, el aspecto positivo es que, aunque en el fondo el espectador sabe que no tiene poderes mágicos, puede llegar a sentir una satisfacción extra al verse como “culpable” de la magia que ha sucedido (en cualquier caso, supongo que resultaría más ilusionante para un niño que para un adulto). Por contra, ¿podría llegar a ser un poco perjudicial para el mago descartar que éste haya tenido algo que ver con la magia? Quizá el espectador pudiera quedarse con la idea de que la magia que ha visto puede ocurrir en cualquier circunstancia y que el mago no es tan “necesario”, o que el juego se ha basado completamente en un principio matemático que cualquiera puede aprender y presentar en dos minutos y que funciona siempre siguiendo las instrucciones que da el mago.

Yo creo que en principio resulta una buena idea si la aplicamos a un juego muy de vez en cuando, pero no si se hace con mucha frecuencia. Me gustaría que dierais vuestros puntos de vista, un saludo.