Fictorealidades: Historia y leyendas.

**eidanyoson** · 21/07/2010, 11:59

Esta es una de esas historias que empiezan normales, se desarrollan con intriga y fantasía y acaban con sorpresa. Una de esas historias difíciles de creer, aunque fácilmente comprobables en su mayor parte. Una historia de leyenda...

Hace algún tiempo nos enteramos de un restaurante (no escribiré nombres por no dar publicidad gratuita) en el que decían que te ponían tal cantidad de comida que no eras capaz de comenzar ni el segundo plato. Que, si querías, te metían en un “táper” lo que sobraba y todo para que comieras otro día o dos.
Así que un día, con la visita de mis suegros, visto que no quedaba demasiado lejos, decidimos reservar e irnos a Alcocer, provincia de Guadalajara, a comer allí.

Realmente todo es como nos dijeron, son unos exagerados con la comida, la gente incluso (yo también) sacaba la cámara de fotos para tener pruebas de aquello. Pero claro, después de una copiosa comida ¿qué mejor que un paseo para bajarla?.

Un flan de postre que parece para cinco

Mientras paseábamos, vi a un anciano sentado a la puerta de una casa (supuse que la suya), apoyado en un bastón. Nos miraba como si fuéramos seres de otro planeta. Una sensación que habréis tenido frecuentemente cuando vais a cualquier pueblo pequeño. Y además, éste, no nos quitaba la vista de encima.

Yo soy un hombre curioso por naturaleza, al que le gusta mucho conocer un poco la historia y particularidades de todos los lugares a donde voy, así que, como tantas veces he hecho, y a sabiendas de que los ancianos son proclives a hablar si ven que les prestas atención, me dirigí a él con intención de saber más sobre Alcocer.

No me costó mucho empezar a entablar conversación, al principio insustancial para mis intereses: soy de allí, hemos venido para esto, que lugar tan tranquilo...Y tampoco pasó mucho hasta que le pregunté si sabía alguna historia curiosa del pueblo, que ya que estaba quería conocer un poco más del lugar. Y habló, ¡vaya que si habló!:

“Alcocer es un pueblo muy antiguo. Y famoso en la época de los moros ¿sabe usted?. Aquí vino el primo del Cid, Alfar Fáñez y los echó a todos. Del todo el valle. El sólo contra 3000 dicen. Antes había una puerta de entrada al pueblo que llevaba su nombre, por allí más o menos, pero no queda nada (señaló con el dedo). Pero la historia mas rara fue más tarde de eso. El pueblo de al lado se llama Salmerón, y tiene una ermita, la de la Virgen del Puerto, no está lejos. Pero antes había un convento de agustinos. El convento se fundó porque un hombre que iba hacia Salmerón se encontró con un monstruo en el camino y dijo “ Virgen del puerto, si me sacas de este apuro te hago un convento, con sus agustinos dentro”. Y el hombre pudo matar al monstruo que era una serpiente gigante, dicen, con una espada y un espejo. Ahora a ese sitio lo llaman el Cerro de la Sierpe.

Pues cuentan que los monjes del convento empezaron a vivir de forma ociosa y como no tenían nada que hacer por lo visto varios frailes discutieron y fue la inquisición a juzgar a uno. Pero lo dejaron libre. El problema fue que al volver al convento los otros frailes querían matarlo y escapó y se vino a aquí a la iglesia. Pero lo encontraron y lo quemaron vivo.

Fue un escándalo y el mismo rey Felipe II mandó que el convento fuera vigilado y desde entonces fue un convento muy muy pobre hasta que desapareció ¿sabe usted?

Pero lo más asombroso es que cuentan que a veces se puede ver la sombra de un monje en la puerta de la iglesia. Con capucha y todo. Un fantasma. De los de verdad. Yo no lo he visto, pero conozco a gente del pueblo que sí. Y son de fiar, ¿sabe joven?. Buena gente.”

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Alcocer, Guadalajara.

El anciano me habló durante un tiempo, de cuando era joven , de su difunta esposa... pero reconozco que yo estaba encandilado por la historia que me acababa de contar y mi imaginación bullía con soberana fuerza.

Pasamos el resto de la tarde dando vueltas por el pueblo y sacando fotos hasta que nos volvimos. Yo aproveché para encender el ordenador y pasar las fotos que había hecho, no sin una ligera sonrisa al recordar las leyendas que se cuentan en los pueblos, casi olvidadas, pero que siempre son cautivadoras.

En esto estaba, cuando detecté algo extraño en una de las fotos, amplié ...y entonces ocurrió:

LA SORPRESA: