Una de las razones por las que Annemann se centó en el mentalismo (además de la que dice Woody de que su pánico escénico cuadraba con el dramatismo de ese tipo de números) fue que Annemann pensó que el público de la magia, de alguna manera, había "madurado". Ya no intresaban tanto los juegos clásicos de pañuelos y cartas, sino que demandaban una magia "más evolucionada"; y decidió que había más opciones de maravillar al público a través de la lectura de sus mentes, la adivinación de sus pensamientos y el descubrimiento misterioso de datos desconocidos de sus vidas.

"Me he dado cuenta de que una persona preferirá que adivines el nombre de soltera de su madre, antes que verte encontrar una carta, aunque sólo sea por el componente humano que esto comporta".