Principales defectos del discurso (y cómo resolverlos)

[Pulgas]

TEXTO DE LECTURA RECOMENDADA
Este hilo se limpió en febrero de 2010 dejando únicamente las respuestas que enriquecen el debate.
Hemos eliminado las felicitaciones y agradecimientos para facilitar una lectura más ágil del contenido.
Gracias a cuantos reconocieron la valía de los textos escritos.

Equipo de Moderación.

Como cada vez se cuelgan más vídeos para su análisis y comentario, y como, con frecuencia, muchos de los errores en la construcción de la charla son comunes, me propongo abrir un hilo en el que charlar de algunos problemas a la hora de elaborar el discurso, y, sobre todo de cómo superarlos.
La mayoría de los errores se resolverán (con ganas y tiempo) en cuanto seamos capaces de asumir que caemos en ellos. Por eso, en la medida de tus posibilidades, el primer paso que se puede dar es el grabarte, verte, escucharte, analizar qué pasa cuando hablas y, después, tratar de corregir los errores.
Creo que los fallos más comunes los podemos enumerar en la siguiente lista:
- Discurso poco preparado.
- Muletillas.
- Sonsonete.
- Improvisación incontrolada.
- Memorización excesiva.
- Válvulas de escape.
- Velocidad inadecuada.
- Monotonía.
- Pobreza en el lenguaje.

[Pulgas]

Discurso poco preparado:
Debemos asumir que aquello que decimos es el nexo entre el espectador y lo que está viendo (el juego), luego merece la pena tener preparado un guión bien estructurado; asimilarlo; aprenderlo (ojo, digo aprenderlo y no memorizarlo); y presentarlo con corrección y coherencia.
Siempre recomiendo escribir el guión. De esta manera se puede estudiar y corregir.
Cada juego (como pieza dramática que es) suele llevar implícita una presentación, un desarrollo y un desenlace. Si estructuramos así nuestra charla, se convertirá en algo completo, comunicativo, explicativo. El público no se perderá y le ayudaremos a que siga el hilo de lo que estamos haciendo.
Con un discurso bien construído y bien presentado nos evitaremos muchos de los problemas que, en ocasiones, nos presenta el público, como la falta de atención o que se "desentiendan" de lo que hacemos a mitad de explicación. Sencillamente, si le hacemos fáciles las cosas, ellos nos recompensarán facilitándonos nuestro trabajo.

[Pulgas]

Muletillas.
Esa palabra, ese ruido, esa alocución que repetimos pertinazmente sin darnos cuenta de que lo hacemos (por ejemplo: "eeehhhh", "bien", "bueno"...). Nos ayuda a sentirnos mejor, es cierto, pero cansa hasta la saciedad y no aporta nada a quien lo escucha.
Casi siempre habrá alguien que dé una voz de alarma. Escúchale, por favor, porque te está haciendo un favor infinito. A partir de ahí trata de superarlo.
Lo mejor es que aprendas a escucharte. Si eres consciente de qué estás diciendo te darás cuenta de dónde está el problema. Claro que esto al principio cuesta un poco: estamos demasiado pendientes de lo que viene después como para escuchar el momento. Es un círculo vicioso: si no me escucho, cometo errores; si no estoy pendiente del después, tengo miedo de cometer errores y no estoy seguro.
La repetición del discurso fijándonos constantemente en qué decimos (escuchándonos mucho) suele ser suficiente para eliminar el discurso.

[Pulgas]

Sonsonete:
El sonsonete nos puede salir y no sabemos la razón. Sencillamente está ahí, aparece. Pero aburre. Aburre mucho. Crea en el espectador una sensación de monotonía. Es mucho más frecuente si intentamos memorizar los textos. Por lo general si nos limitamos a contar una historia con nuestras palabras, con naturalidad, no debe aflorar.
La repetición de un mismo discurso lleva a intensificar el sonsonete. Pero se puede evitar con conciencia de que el problema está ahí. Y la fórmula vuelve a ser escucharnos. Oír cómo entonamos. El antídoto es la naturalidad. La medicina, conocer el problema y ser conscientes de que queremos evitarlo.
Recordad cuando estábamos aprendiendo una poesía, que todo era igual, como cantado. Se trata de hablar, no de cantar, y en el habla ordinaria solemos hacer inflexiones de voz distintas, no repetitivas.
Si tienes escrito el guión es más fácil resolver el problema, estudia dónde está cada coma, cada punto y seguido, cada punto y aparte... De esta manera podrás entonar como coma lo que corresponde a una coma, etc.
Si lo evitas verás que el público te mira más (estarás transmitiendo más emociones) y se fija menos en lo que haces (eso que tanto nos preocupa, el cazatrucos).
A un público que va a pillar se lo ponemos más difícil si le engañamos a través de la palabra, si hacemos que se concentre también en lo que decimos, porque es bonito.
A un público poco entregado, le hacemos entrar en nuestro juego y se dará más a lo que estamos haciendo. Por eso es vital que tratemos de resolver estos pequeños problemas.

[Pulgas]

La improvisación incontrolada:
No es bueno memorizar un texto, pero sí sentar las bases de por dónde queremos que transcurra nuestra charla. La improvisación es un don. O un castigo, si no somos capaces de sujetarla.
Previamente hemos debido estudiar el discurso, sus ritmos, su duración. La improvisación exagerada arruina todas esas previsiones, descentra lo que buscábamos en la sesión. Así pues, no viene mal poner freno al parloteo, por más ocurrente que nos parezca lo que vamos a añadir.
¿Improvisación? Si, en su justo término.
La improvisación puede desordanar el discurso, hacer más difícil el seguimiento del juego, forzar un paréntesis de olvido allí donde no hace falta (o peor, allí donde ese olvido nos crea un anticlímax).
Antes de ponerte a improvisar es bueno que conozcas las reglas del juego, que sepas dónde es bueno añadir algo y dónde es contraproducente. Eso se consigue con tablas, luego la improvisación es una cuestión de tablas. No te lances a ella porque sí, ya que puedes arruinar (por intentar mejorarla) una rutina entera.

[Pulgas]

Memorización excesiva:
Es otro de los grandes enemigos del discurso. Y lo es, porque resta espontaneidad, porque nos hace funcionarios de una charla. Lo que queremos decir y cómo, que conocerlo al detalle, pero no memorizarlo. Hay que vivirlo, no escupirlo.
Sólo si somos libres, podremos decidir de qué manera lo vamos a hacer en función del auditorio, de las circunstancias. Si siempre lo contamos de idéntica forma, estamos coartando muchas de las posibilidades que nos ofrece la narración del juego.
Hay sus excepciones, claro está. Son aquellas historias acompasadas con la música, o esos juegos tan cortitos que se fijan solos a la mente. Pero son los mínimos. Es preferible dejarse llevar, sentirse libres, gozar con la palabra: con nuestra palabra.
De esta manera, por otro lado, obtenemos una personalidad única, algo que nos distingue de los otros. Fijaos cuántos magos reproducen al pie de la letra las palabras de otros. Les queda artificial, casi ridículo, porque esas palabras no van con su forma de ser, no se corresponden con su personalidad.
Reescribe tu historia, hazla tuya, y no la memorices de igual manera que a dos personas diferentes no les cuentas de la misma forma el argumento de la película que viste ayer por la tarde.
No dejes, por favor, que el hecho de haberte aprendido de memoria una charla te impida crecer en el desarrollo de un juego.

[S. Alexander]

La improvisación incontrolada:
No es bueno memorizar un texto, pero sí sentar las bases de por dónde queremos que transcurra nuestra charla. La improvisación es un don. O un castigo, si no somos capaces de sujetarla.
Previamente hemos debido estudiar el discurso, sus ritmos, su duración. La improvisación exagerada arruina todas esas previsiones, descentra lo que buscábamos en la sesión. Así pues, no viene mal poner freno al parloteo, por más ocurrente que nos parezca lo que vamos a añadir.
¿Improvisación? Si, en su justo término.
La improvisación puede desordanar el discurso, hacer más difícil el seguimiento del juego, forzar un paréntesis de olvido allí donde no hace falta (o peor, allí donde ese olvido nos crea un anticlímax).
Antes de ponerte a improvisar es bueno que conozcas las reglas del juego, que sepas dónde es bueno añadir algo y dónde es contraproducente. Eso se consigue con tablas, luego la improvisación es una cuestión de tablas. No te lances a ella porque sí, ya que puedes arruinar (por intentar mejorarla) una rutina entera.

Precisamente me he dado cuenta de que he construído algunas charlas de mis juegos en base a gags espontáneos, y como resultado el efecto disminuye su potencia gravemente debido a que están mal colocados en la estructura, y leyendo este artículo he hallado que me encontraba en lo cierto.

No cometáis el mismo error, por eso lo comento aquí

Un abrazo mágico

S. Alexander

[Ezequiel Ilusionista]

todo lo que decis lo explica un maestro con la palabra "el auto asombro", yo tambien admiro un poco a tommy wonders

[Pulgas]

Lo que indica Inherent es muy real y está perfectamente argumentado.
Más que considerarlo un error del discurso, yo lo calificaría como un fallo en la vivencia del juego, un gazapo en la transmisión.
De todas maneras la reflexión me parece muy acertada, así que es estupendo que quede reflejada y comentada.
Algún día tendremos que abrir un hilo acerca de cómo transmitir emociones a través de la entonación.

[Kahosh]

xDD
cuando hablas de la improvisación me acuerdo de un juego que les hice de repente a unos amigos (creo que fue el que hizo Fernando Alonso cuando le entrevistó Lobato este año en el taller de Ferrari) y la historia me salió tan espontáneamente y tan bien, que me puse nervioso de la emoción y casi fastidio el resto, pero al final salí del paso.
En serio, improvisar bien es extremadamente complicado, pero se puede dar el caso en que un espectador nos dé una puñalada, como por ejemplo, si le decimos "¿Dónde quieres que aparezca esta carta?" y diga "En tu bolsillo" o algo así, y con dotes de improvisación y la suficiente técnica aprendida nos quedamos con el público enseguida.