Espectadora novata

[Jorlando]

Comenté en otro post que estuvieron a punto de ponerme una camisa de fuerza en la calle durante mis últimas vacaciones. Comenté igualmente que me habían pasado más cosas, pero que eran tema para otro post.

Una de dichas cosas fue lo siguiente, y la verdad es que he tardado mucho en contarla porque no sé aún si mi reacción fue la apropiada, aunque creo que al final poco podía hacer.

Durante mis últimas vacaciones, y tras una tarde especialmente lluviosa, mi hija y yo nos encontrábamos dedicados a la apasionante ocupación de hacer carreras de caracoles en el jardín de casa. Había uno, especialmente terco, que se negaba a seguir la pista que habíamos marcado. El malvado bicho, se empeñaba en salirse del muro de piedra, y largarse por donde no debía.

Tras varias intentonas fallidas, pasó por el camino de al lado un vecino de la zona, muy amigo de mi suegro, y al que yo debía varios favores. Viendo lo que estábamos intentando me sugirió la posibilidad de poner pequeños regueros de sal, en el muro. De esa manera, los caracoles no se escaparían. Mi deuda con este buen hombre aumentó considerablemente. Y os preguntaréis qué tiene todo esto que ver con la magia. Paciencia, que todo se andará.

Hay que decir primero que las deudas con este hombre consisten sobre todo en la entrega gratuita de diversos productos de huerta, leche y huevos caseros, y sidra dulce. La sidra dulce es una especie de mosto de manzana. No vale pasar manzanas por la licuadora. Es sumamante difícil explicar a quien no la haya probado nunca a qué sabe la sidra dulce. No sabe a sidra. No sabe a manzana. Sabe a sidra dulce. Y no es empalagosa. No la busquéis. No está comercializada. En algunas tiendas, en Asturias, venden sidra dulce en otoño, porque conocen algún aldeano que la hace y se la venden. Un excremento. Suele saber a zumo de manzana con azúcar. Yo, de niño, me crié entre sidra dulce casera. La tomaba más que la leche. Me salieron los dientes con sidra dulce. Y por eso cuando la encuentro buena de verdad, la valoro bien. En temporada, cuando la encuentro, suelo beber una botella diaria (de las de litro y medio). No tiene alcohol, es sólo mosto de manzana ácida (no valen las manzanas dulces, aunque la buena necesita la mezcla de dos o tres tipos de manzana), recién mayada, sin agua añadida, sin azúcar, sin ningún aditivo, para consumo inmediato. Fermenta muy rápido, así que hay que consumirla en seguida.

Pues bien, este hombre tenía la fortuna de tener una excelente sidra dulce casera. Con esto quiero deciros que mi deuda para con él llegaba a niveles en que si me hubiera pedido un brazo me lo hubiera cortado yo mismo para entregárselo. Sin preguntas.

Así estaban las cosas, cuando tras lo de los caracoles, estuvimos hablando largo y tendido y de repente me dijo que mi suegro le había contado que yo hacía algo de magia. Le contesté que sí, que eso decían de mí muchas mujeres. No, hombre, me dijo, como la de la tele, con cartas. Asentí. Dije que sí, que algo sabía, pero que no creyese que yo era un fuera de serie.

Tras un rato de conversación me comentó que por qué no iba por su casa al día siguiente, que me invitaría a tortos de maíz fritos (otra de mis debilidades), a más sidra dulce, y que tenía también algo de embutido casero y similares. La boca se me hacía agua y no le costó mucho convencerme. Quedamos para el día siguiente.

Su casa, era una de esas caseronas de pueblo inmensas, con un corral y una cuadra al lado. Estaba junto a un río que bajaba bramando por las lluvias recientes, como si todo el agua del planeta se hubiese acumulado en lo alto de la montaña que se alzaba sobre el pueblo. Entre eso y la lluvia pensé "luego dicen que no hay agua, no me extraña, está toda aquí".

Este hombre vivía con su madre, una señora de casi ochenta años, pero aún muy lúcida, y muy sana, con esa vitalidad que parece que sólo tiene la gente de pueblo. Ella se ocupaba de la casa, de las gallinas, de ordeñar las vacas, de cocinar, de practicamente todo.

Y cuando estoy allí me dice este hombre que su madre jamás, pero nunca nunca había visto a un mago. ¿En persona? No, no, nunca ha visto un ilusionista trabajando, ni en persona ni en la tele ni nada. Ella casi nunca había salido del pueblo. Por otra parte tampoco era muy dada a ver la televisión. Nunca había ido al cine ni a ver un espectáculo ni nada. No sabía lo que era la magia.

Me entraron temblores fríos. Le dije que debería de habérmelo dicho. Si planificar una actuación ya tiene su miga, ya me dirás lo que se podía hacer para una mujer así. Por otra parte, fundamentalmente sólo hago cartomagia, y no me parece que sea lo más apropiado para un espectador novato. Y aunque decidiese hacer cartomagia, quizá una baraja de poker sería confuso para esa buena señora. Una baraja española hubiera sido mejor. Había alguna por casa. Si me lo hubiera dicho la hubiera traído.

Estuve a punto de dar media vuelta, pero el olor de la cocina me hizo algo en el estómago. Además el hombre ya me dijo que me había apartado un par de botellas de sidra dulce para llevármelas para casa. Al final, suspiré y me dije "que sea lo que Dios quiera".

Entramos, saludamos, comimos, bebimos, hablamos sobre la familia, lo cara que estaba la vida, y un montón más de intrascendencias. Finalmente , el buen vecino le dijo a su madre que yo era mago. La señora me miró con desconfianza, y asentí modestamente. La forma en que se desarrolló la conversación fue más o menos así. Y al que se ría lo echo de clase:

-Ah, conque un mago. Sí, sí, un mago. Había también una maga, hace unos años, en el pueblo. Tenía muchos clientes.
-¿Una maga?
-Sí, y adivinaba muchas cosas. Tenía la casa al final del pueblo, pero ya se murió hace muchos años. De aquella época se murió mucho ganado, y los veterinarios no sabían la razón. Pero la maga dijo que era por un mal de ojo que había echado alguien. Y que ella lo iba a quitar.
-Ya, sí, pero yo no hago magia de ésa. Yo fundamentalmente trabajo con cartas y...
-Sí, y ella también. Tenía unas cartas que si ibas a verla te las echaba y te decía cosas sobre tu salud, y sobre el trabajo, y si iba a venir bien la cosecha.
Suspiré. Fulminé con la mirada a mi mujer que se estaba empezando a tronchar de risa por lo bajo. La señora seguía con lo suyo.
-... y el cura del pueblo siempre nos decía que tuviéramos cuidado con ella, porque esa gente estaba en tratos con el demonio. Pero yo nunca lo creí porque esta mujer era muy buena y siempre nos decía cosas buenas a todos.
-Bueno, le puedo asegurar que yo tampoco tengo tratos con el demonio en mis actuaciones.
-Pues me alegro porque el alma se pierde por cualquier tontería, y hay que rezar mucho y pedir por los que ya no están con nosotros. Por ejemplo, mi difunto XXXX (su marido), siempre fue muy devoto, de ir mucho a misa, y rezaba todos los días.
-Amén. En fin, señora, veamos. Lo que yo hago no tiene nada que ver con eso. Esto es pura diversión. Espectáculo. Si le gusta lo que voy a hacer para usted, me alegraré mucho, y si no es así, lo lamentaré profundamente, aunque nunca le dejaré de estar agradecido por su hospitalidad.

Antes de empezar, le estuve enseñando un rato la baraja. Para que se familiarizase con ella. Le enseñé los palos, que viese bien los colores, las figuras. Ya que nunca había visto una baraja de póker, qué menos que asegurarme de que le iban sonando las cartas.

Empecé con un agua y aceite. Y en ese momento vi que la señora se puso blanca. Pero no dijo nada. Hice dos o tres juegos más (¿qué importa cuáles?), y de repente la señora me espetó que si yo iba mucho a misa. Le dije que no mucho, lamentablemente, señora, no soy una persona muy religiosa. Pues debería ir, joven, porque haciendo esas cosas que hace, no sé cómo puede estar en pecado mortal y no confesarse.

Me quedé con la boca abierta. Fue su hijo el que dijo: "pero mamá, si es un mago".
-Eso ya lo veo yo-dijo la buena mujer-, y le puedo asegurar, joven, que en esta casa somos todos muy piadosos y no nos gustan las cosas que ofenden al Altísimo.
Me deshice en disculpas. Le dije que lo que yo acababa de hacer no tenía ninguna explicación sobrenatural. Que todo se podía explicar racionalmente, si bien las técnicas se mantenían en secreto.
-Sí, sí, secreto-decía- también la maga tenía sus secretos, y sólo le sirvieron para enemistarse con el cura. Que era buena mujer, ya le digo, pero tenía sus más y sus menos con la Iglesia.
-Mire, hagamos una cosa. Usted vaya a la Iglesia y le dice al cura que ha visto actuar a un mago, con cartas, como los de la tele (aunque no tan bueno). Y ya verá cómo le dice que no tiene importancia ninguna.
Por si acaso, ya no insistí más y no hice más juegos. Durante los siguientes días, la señora me miraba como si yo fuese el Anticristo, cuando nos veíamos por algún camino. Pero parece ser que fue a ver al cura y se confesó con él. El cura debió de tranquilizarla y un buen día la señora pasó por delante de casa y me dijo que me debía una disculpa. En absoluto, señora, posiblemente sea yo quien se la deba a usted.
-Es que el cura me ha dicho que lo que usted me hizo tiene truco.
-Bueno, como ya le dije, todo tiene una explicación racional. Se usan una serie de técnicas que se mantienen en secreto. El espectador no las ve ni las imagina siquiera.
-¿Entonces, a usted no le da vergüenza mentir a la gente?
-¿Mentir a la gente?
-Sí, porque si eso que hace usted es al final un truco, ¿para qué dice que va a hacer tal cosa, si luego es mentira?
-Bueno, señora, yo hago esas cosas, pero con ayuda de su imaginación. ¿O se cree que un novelista cuenta las cosas que de verdad ocurrieron? Usar la fantasía no es mentir. Vuelva a consultarlo con el cura y verá cómo me da la razón.
No sé si la buena señora se quedó convencida. ¿Mereció la pena el mal trago? Por supuesto que sí, porque al día siguiente, el hijo volvió a traerme dos botellas de sidra dulce.

[letang]

Joer tío, estás hecho todo un escritor.
Tus escritos son super descriptivos, amenos, te sitúan en el lugar de maravilla, y además, ¡te pasan cosas maravillosas!

¡¡Qué envidia me das por todos lados!!

Y la historia, ¡una maravilla!

Sigue contando, sigue...

[ledider]

Tu historia me ha parecido genial! buena experiencia y creo que tus palabras fueron las correctas.

Aparte de todo, redactas muy bien, todo claro.

Saludos!

[ezeqfranco]

Pecador! jajaja muy buena la historia!

Colo :o :o :evil: :twisted:

[Jesus el mago]

Muy bueno, suerte tienes que no exista la inquisición , que si no, estas en la hoguera.. jejjejejje.

Una historia muy bonita, además me imagino la cara de la buena señora ya que yo también tengo el pueblo buenos vecinos que también creo que sospechan algo y sobre todo por mis nulas visitas a la iglesia.

[josep]

Como siempre, los mensajes de Jorlando son una delicia. De lo mejor

que hay en este foro.

Un saludo

[Jorlando]

Tiene razón Shark. Como estaba pensando en barajas, lo metí en cartomagia, pero quizá sea más apropiado en Discusión General. No sé. Si procede, ya lo moverá el moderador a donde corresponda.

[Patrick I. O'Malley]

Como moderador no sé que hacer con esto. El cuerpo me pide ponerlo como Post-it fijo por su enorme valor tanto literario (perfecta anrración) como de debate mágico (Toda una experiencia).

Cuando acabe de aplaudir a Jorlando (y eso será allá cuando designen a Madrid como sede olímpica) por su maravilloso (en todos los sentidos) escrito decidiré.

De momento Jorlando, tú le debes mucho a esse amigo..... yo te debo muuuuuuchas cervezas. A ver si el espíritu de la maga del aquel pueblo consigue que podamos vernos algún día.

[Patito]

Jorlando, de verdad me he quedado extasiado con la historia, y por supuesto, como dice O'Malley, con la "anrración"...

O'Malley, tú lo que quieres es probar la sidra dulce, déjate de chácharas!!

Un abrazo!

[nodrius]

Por Dios, Jorlando, no pares ahora, sigue con tus escritos, reunelos todos y sacalos a la venta en un libro, de verdad, yo lo compraria.

ya me lo imagino, en la libreria de al lado de mi casa: "Sinvivires de un mago" por Jorlando.

Gran texto, un saludo