Ocurrió ayer. Realicé un viaje para pilotar una aplicación informática. Nos dimos cita en el lugar del pilotaje los siguientes personajes: Un compañero mío (el único al que conocía), tres delegados de distintas áreas de la zona en cuestión (una chica y dos chicos... bueno, alguno era más cuarentón que yo) y gente del concesionario (automóviles).

Tras el trabajo, la comida. Decidí no llevar la carterita en la que siempre llevo alguna baraja, además de las gafas, la cartera (del dinero), llaves...

Resulta que uno de los delegados (el más cuarentón) toca la batería en un grupo heavy. Y mi compañero salta 'Hay que j**se, un músico y un mago'. Instantáneamente me convertí en el centro de atención. (Cuánto me alegré de no llevar las cartas). La delegada dice (con su acento 'cordobé': 'Hanno argún truco'. Dije que no llevaba cartas. Y van y piden una baraja al del restaurante. Total, que aparece sobre la mesa una baraja española, de las de Heráclio, de esas con un dorso de cuadritos diminutos rojos y blancos. (Tierra trágame). La saco, la examino, hago un abanico y.. bueno, en mi 'abanico' había cinco montones gordos de cartas. Ni una sola carta suelta realmente 'abanicada'. (Cómo lamenté no tener mis cartas a mano). Por fortuna a alguien se le ocurrió la brillante idea de que hiciera algo 'a los postres'. Uffffff

Pero llegó el momento. Vale que podría haber salido con cualquiera de las múltiples excusas para no hacer nada que tanto hemos hablado en el foro, pero habiendo una dama presente uno no puede dejar su prestigio en juego. Así que me lancé.

Gracias a un reciente hilo del foro en el que se hablaba de su impacto, ejecuté una variación de la doble coincidencia. Saqué los cuatro ases, le dije a la chica que eligiera dos. Los otros dos los perdí en la baraja (Mezclas, cortes...) Y procedí a llevar la mecánica adelante. Ella dijo alto cuando quiso a la hora de poner los dos ases cara arriba en la baraja. Cortaron varias veces y se hizo el milagro. Cada As estaba 'cara-con-cara con otro As. Al final, los cuatro sobre la mesa. Hubo aplausos y, obviamente, petición de más.

La chica 'eligió' una carta cuando quiso que yo parara mi mezcla hindú. La miró, le di la baraja, mezcló, cortó.. hice una extensión, tomé su mano entre las mías (mucha coña aquí), cerré los ojos (Toneladas de teatro) y paré mi mano sobre la extensión. Tomé un grupo de cartas, casi sin mirarlas y las fui repartiendo boca abajo. Repetí lo de tomar sus manos, hacerle pensar en su carta y, con los ojos cerrados, elegí una. Era la suya. Aplausos y alucines varios.

Más insistencia.

Tomé el mazo, lo mezclé repetidas veces y pedí a la chica que cortara. Completé el corte pero poniendo el paquete atravesado para que se viera por dónde había cortado ella. Charlé acerca de la distinta densidad de las cartas (por aquello de los dibujos) y su musicalidad. Levanté el paquete superior y ella tomó la carta por la que había cortado.... La dejó sobre la mesa boca abajo. Alguien mezcló el mazo y (me ahorro la charla) acabé detectando por el sonido (rifleando la baraja cerca de mi oído) cuál faltaba y, claro, coincidía con la que tenía ella.

Charlamos sobre magia mientras yo tenía la baraja en la mano izda cara arriba. Era el caballo de espadas. En un momento dado, pasé mi mano sobre el caballo y se transformó en el caballo de bastos (casualidad que fuera otro caballo, lo juro). Alguno tuvo que limpiarse las gafas porque se le habían pegado los ojos al saltar.

Luego hice una carta a la cartera que quedó molona.

En fin... que al final salí muy airoso de la situación. Y sin las famosas Bycicle....

Moraleja: Es bueno tener siempre frescos algunos juegos realizables con baraja española para cuando nos veamos en un brete.