Quería comentaros algo que me pasó este fin de semana y que me ha dejado cierta comezón. Mi mujer dice que no merece la pena y que no es para tanto, pero la verdad, no me siento cómodo. Ya diréis vosotros. Os cuento:
Suelo pasar los fines de semana fuera de la ciudad, con mi familia. Solemos comer en un restaurante los sábados. Nos conocen desde hace años y hay bastante confianza. Este sábado entramos a comer bastante tarde. En otro sitio, no lo hubiera hecho, pero como ya dije, hay confianza. Estábamos con el café y éramos los últimos en el comedor. Charlábamos con un camarero tranquilamente cuando entró un tipo joven. El camarero le saludó cordialmente y de repente le preguntó que si sabía algún juego nuevo. En seguida presté atención a ver qué se cocía. El joven dijo que sí, y sacó una baraja. El camarero nos dijo que era un amigo suyo aficionado a la cartomagia, y aunque aún era un principiante, tenía bastante maña. Le dije que estupendo, que yo tenía también afición, y me gustaría mucho verlo. Así que el joven hizo el juego para su amigo y para nosotros. Concretamente hizo el de mutación, exactamente igual que Faustino Palmero en uno de sus vídeos. La verdad es que lo hizo muy bien y le aplaudí. No quise decir nada delante del camarero, pero cuando se fue, le comenté a este joven que si había aprendido el juego del vídeo de Faustino Palmero. Me contestó que no conocía a ese señor. Pensé para mí que ser cartomago y no conocer a Faustino Palmero, pues que en fin... Me callé la boca pero le dije que yo era también aficionado y que algún juego sabía, y que concretamente yo había aprendido ese juego en un vídeo de Palmero. Me dijo que no tenía pensado decirme cómo se hacía. Me sentí un poco incómodo. Le dije que no hacía falta que me dijera cómo se hacía, que ya lo sabía. Le dije cómo se hacía, pero permaneció impasible. Saqué mi propia baraja y le hice dos juegos (uno el de la desaparición de los cuatro ases, tal y como lo hace Palmero, porque siempre llevo encima una baraja preparada para este juego, y otro el "de paquete a paquete", del Canuto, y como sólo se usan 21 cartas, pues las saqué de la misma baraja usada para el otro sin necesidad de que se vieran las cartas anormales, aunque no me importaba contárselo después si no los conocía). Bien, la verdad es que me salieron bien. A pesar de todo el tío insistió en que no iba a contarme cómo lo había hecho. Volví a decirle que sabía cómo lo había hecho, así y asá. Fui al coche que tenía aparacado fuera, saqué de la guantera una baraja con cartas especiales, volví dentro y hice el truco de mutación para que viera que no sólo sabía cómo se hacía, sino que sabía hacerlo. El tío puso cara de poker y dijo que era inútil, que no iba a decirme nada. Le pregunté que cuántos magos conocía personalmente tanto profesionales como aficionados. Me dijo que ninguno. Le contesté que por ese camino no iba a conocer nunca a nadie. Le dije que como ya había visto yo también tenía afición a la cartomagia. Podíamos quedar más tarde y charlar, contarnos alguna experiencia, alguna anécdota, hacer juegos para el otro, para ver si cometíamos algún error, intercambiar juegos que el otro no conociese, en fin, lo que suelen hacer los aficionados a cualquier cosa que se encuentran y se conocen por casualidad. Incluso le dije que no se preocupase por mi mujer, porque aunque no practica, tiene acceso a todos mis libros y se sabe todos los trucos. Nunca conseguí sacarle de "no voy a contar nada de nada, todo esto es secreto". Me marché bastante desilusionado porque no conozco personalmente a nadie que haga magia, como aficionado. Pensé que era una buena oportunidad para intercambiar experiencias con otro aficionado, pero la cosa se quedó en nada.
Si la persona a la que me refiero anda por este foro, pues te repito que si cambias de idea, ya sabes dónde verme los sábados a la hora de comer. Y a los demás, pues les pregunto que si esta conducta es normal o soy yo que soy muy susceptible. Y perdón por lo largo del post.