Sergio, creo que profundizas en un tema, que aunque me parece realmente interesante, tiene a su lado el camino más corto y eliges no cogerlo.

En vez de centrarte en tapar la solución, por qué no centrarse en evitar que la busque?

Creo que inconscientemente conviertes tu magia en un reto a la mente, pues tienes la preocupación de realizar ecuaciones que confundan al espectador para que no despeje la incógnita. Abres la ventana al pensamiento, das la libertad de que se debanen los sesos buscando una respuesta. No la encontrarán porque te has asegurado de que sea imposible pero entonces la magia se convierte en un rompecabezas.


Está la magia en los objetos que se vuelven a unir precisamente porque los has separado y uno vuele al otro? o está en el mago porque sin mago esto no podría ocurrir?
Si está en los objetos, los objetos están trucados. No sé cómo, pero están trucados.
Si está en el mago, es porque la mano es más rápida que la vista. No sé cómo, pero ha hecho algo.

Entonces da igual lo que me digas. Llenarás mi subconsciente de información que descartaré precisamente porque así lo has querido y no hayaré la respuesta. Tu secreto está a salvo, pero...
Creo que el hecho de que el espectador no encuentre una respuesta al misterio no potencia el acto mágico, ni satisface una necesidad ni salva un problema.
Quizá en un juego concreto, quizá en un mago concreto,... Pero no termino de ver esa necesidad.


Has citado a otros. Te cito yo a algunos:

René Lavand y Dani Daortiz.
Ambos tienen un estilo muy propio, muy marcado. Y aunque ambos juegan con la psicología (además de forma constante) mediante estimulos emocionales o mediante humor, ninguno basa o apoya su magia en lo que dices. Y los dos se han hecho grandes.


Sin duda la psicología inversa ha sido muy útil para los fines propios desde que existe la comunicación, pero yo más que una nueva vía, la consideraría un recurso, uno de tantos.
Y alomejor me equivoco, pero creo que no permite nuevas ilusiones, ni mejora las ya existentes