Creo que debería replantearme esto de la magia, porque visto lo visto, creo que no es lo mío: lo que yo llevo siempre es un libro y, a lo sumo, quince o veinte cartas viejas en el bolsillo de atrás por si tengo que comprobar alguna cosa que no he entendido bien mientras lo leo.

Definitivamente, cada día me siento más impostor.