Cuando actuamos para peques, en ocasiones tenemos la sensación de que estamos muy distantes, que la diferencia de altura marca una barrera entre el público (los peques) y nosotros. Entonces, para suplir esa diferencia, adoptamos dos actitudes: inclinarnos hacia ellos, o agacharnos para sentirnos más cerca.
¿Es conveniente hacerlo?
Voy a responder con firmeza. No. No es bueno agacharse o inclinarse para estar más cerca de los niños.
Y, dicho así, con tanta rotundidad, trataré de exponer las razones que me llevan a ser tan enérgico.

Ventajas e inconvenientes que reporta el gesto.
Me acerca a los niños, me sienten como un igual. Correcto, y, aparentemente, está cargado de sentido común, pero... Nos olvidamos algunos pequeños/grandes detalles.
El niño ya está acostumbrado a esa diferencia: la vive con naturalidad, luego no la demanda.
Por otro lado, y esto es mucho más grave, la cercanía que busco sólo es real para los niños que están situados en las primeras filas, convirtiéndose en un obstáculo para quienes se encutnran más atrás, que nos verán peor.
Si los niños están sentados en el suelo, al ver peor, tenderán a arrodillarse, con lo que creamos un pequeño caos, cargado de buena intención, pero muy perjudicial para el desarrollo del espectáculo.
Por otro lado, no creo oportuno que el niño me sienta como un igual, porque no lo soy. Él es el espectador, yo soy el mago.

El gesto me permite mayor intimidad. Correcto también. Pero esa intimidad se logra de igual manera con juegos de voz (bajando el tono); se consigue a través de un juego de miradas picaronas; se alcanza si digo que voy a contar un secreto...
Son muchos, pues, los recursos que tengo para lograr esa intimidad y, la mayoría de ellos, no implican un inconveniente como el agacharme.
Añade a ello que, al agacharte, la proyección de voz se pierde siempre en una parte de la sala, y habrás conseguido que se te oiga peor.

Por otro lado, ninguna de las dos posturas: agacharse (acuclillarse) o inclinarse (en plan reverencia), resultan elegantes en escena.

Así pues, mejor evitar tales posturas, qeu pueden llegar a convertirse en un tic, y mantenerse recto, para que todos me vean bien, para que todos me oigan bien, para que todos disfruten mi acto.