Vale, ¿Qué pasa cuando el espectador se da cuenta de que todo el patio de butacas se está riendo a carcajadas, y él ni siquiera sabe porqué? ¿No es ésa una situación terriblemente violenta?

Porque una cosa es el juego de los pañuelos de seda, en el que el voluntario comparte el mismo sentimiento de asombro que todo el resto de espectadores, que el de las bolas de papel por encina de la cabeza, donde este voluntario sabe que hay algo que a él se le escapa y que al resto no. Y al ver que todos se ríen... ¿no pensará que se ríen "de él"? El reto intelectual existe, pero al ser un efecto tan cómico... ¿no roza la ridiculización?