Magia para niños en Hospitales

[Pulgas]

Vamos a hablar del estado de ánimo de los pacientes.
Antes de abordar la cuestión desde el punto de vista de nuestro espectáculo, quizás merezca la pena que evaluemos cómo se siente un niño dentro de un hospital.
Creo que hay tres rasgos que les identifican:
El dolor: lo padecen o lo han padecido recientemente. En cualquier caso los hospitales rezuman siempre olor a dolor.
El miedo: a lo desconocido, al futuro. Por no saber bien qué es lo que tienen (aunque se lo hayan explicado), ni cuándo se van a curar. Por no estar en casa, en el colegio o jugando con los amigos.
La pena: están en circunstancias difíciles, en un ambiente hostil. Se aburren. A ratos se sienten solos (aunque estén acompañados). Se ha roto su normalidad. Están tristes.

¿Cómo nos afecta al trabajar? Voy a volver a marcar las dos diferencias según nuestro espectáculo sea en sala o en habitación, porque el carácter puede variar en una u otra circunstancia.
Cuando actuamos en sala, los niños suelen estar más alegres: el encierro se ha abierto un poco, gozan de mayor libertad de movimientos y, sobre todo, se relacionan con otros niños.
En general nos acogerán con ilusión (rompemos su monotonía) y con mayor alegría (les habrán mentalizado para acudir a "una fiesta"). Eso les hará ser más participativos (tanto de manera activa como pasiva). Nos lo pondrán fácil.
Si pueden moverse, también se abrirán nuestras posibilidades de introducir en el repertorio juegos que requieran la participación activa del público (tal vez venga bien echar un vistazo al apartado de "voluntarios" que tratamos más arriba, para recordar algunas cosas). De todas maneras nuestra actitud debe ser muy vigilante a las circunstancias específicas de cada niño.

De habitación en habitación: la sensación de ruptura de monotonía es mayor, casi, que cuando pueden salir: están confinados, ven siempre a las mismas personas. Cualquier alteración de esa rutina es una bendición.
Pero estarán más incómodos (por dentro y por fuera). Si no pueden salir de la habiación es, o porque su movilidad está reducida (accidentes, determinadas patologías), o porque están en postoperatorio, o porque... Lo cierto es que sentirán dolor y frustración. En principio lo tenemos un poco más difícil: hay que lidiar con un estado de ánimo adverso. Añade a eso la medicación, que puede tenerlos algo "atontados" y llegamos a la conclusión de que nuestros juegos tienen que ser muy sencillos, cortos, de muy fácil seguimiento.
En estas circunstancias debemos estar muy pendientes de las reacciones del niño: si le notamos cansado, es mejor retirarse antes que agotarlo más. Si está triste, hemos de tender a la comedia. No trabajamos para lucirnos: trabajamos para él, que sea él quien mande a través de los indicios que nos aporta.

Un último principio general cuando estemos analizando el ánimo de los peques: nosotros montamos la fiesta, pero no somos los protagonistas. Los protagonistas deben ser los niños.

[Pulgas]

Vamos a tratar el tema de los adultos en la sesión.
Ignoto ha apuntado algunas cuestiones que nos van a resultar imprescindibles a la hora de abordar este tema, como son el cansancio, el suñoe, etc. de los familiares. A ellas podemos añadir otras notas importantes.

Cuando hablamos de adultos en una sesión hospitalaria nos encontraremos, generalmente, con dos tipos de personas:

1. Familiares.
2. Personal del hospital.

En ocasiones estarán presentes los organizadores del evento (si trabajamos para terceros, como el programa de hospitales que lleva a cabo Correos, en la actualidad, en España). Su presencia, no obstante , no la consideraré relevante para este estudio.

Los familiares.

Muchas de las características que afectan al comportamiento de los niños tienen su espejo en los familiares que les acompañan: el miedo, la incertidumbre... Pero a ellas debemos añadir otras que pueden llegar a condicionarnos (o, al menos, debemos tener siempre presentes):

• El cansancio (lo apuntaba Ignoto). Por lo general duermen poco y mal. Las condiciones no son idóneas (un sillón casi nunca cómodo; en muchos casos, tener que estar pendientes del gotero...; y siempre están velando el sueño del peque, aunque eso implique descuidar el suyo).
• La ruptura de la monotonía. Se ven obligados a descuidar sus quehaceres habituales, casa, trabajo, amigos...
• El inconformismo. No siempre asumirán de buen grado lo que ácontece en torno a la enfermedad del niño: ni los cuidados, ni los protocolos hospitalarios, ni el tratamiento... No sé la razón, pero en muchos casos cuando alguien cercano a nosotros está enfermo, nos creemos con más derecho a opinar que los propios médicos.

En general la actitud de los familiares será siempre de agradecimiento: regalamos un momento de diversión al niño y a ellos les ayudamos a relajarse durante unos minutos. De todas maneras, si recordamos lo que terminamos de decir, no será especialmente extraño que nos encontremos algún adulto con pocas ganas de diversión y con excaso ánimo de participación. Es humano y es comprensible. Pongámonos, pues, en este caso, pues asumiendo lo peor se nos facilita el trabajo si las condiciones resultan favorables.

Nuestro acto de cara a los familiares.
Deberemos acudir a nuestros conocimientos sobre la psicología del público. Y, por encima de lo demás, algo que hemos apuntado más veces: tacto, tacto y tacto.
No podemos apresurarnos a la hora de escogerlos como "voluntarios" antes debemos estudiarlos a fin de intuir su estado de ánimo y sus ganas de participar. Salvo que nuestro grado de experiencia sea notable, no será recomendable asbrir la sesión con un juego de participación de adultos. Mejor darnos tiempo para estar seguros de que no erramos la elección.
En general evitaremos toda situación que pueda resultarles embarazosa o conflictiva (error del adulto y escarnio) pues el riesgo a que están más susceptibles es mayor que en otro tipo de sesiones.
Intentemos que se lo pasen bien, que nos convirtamos en el descanso que necesitan. Si lo hacemos así obtendremos resultados excelentes y veremos en ellos un público maravilloso.
Quizás debamos recordar que cuando nosotros abandonemos el hospital ellos continuarán ahí y que la imagen que debe tener el niño es que sus familiares son maravillosos, que han estado a su lado y que han sabido disfrutar junto a él.

Nos faltan por estudiar las diferencias entre un espectáculo de sala y nuestro número de habitación en habitación. Pero ya tendremos tiempo.

[LOU LESS]

Gracias Pulgas por compartir con nosotros tus conocimientos.
Especialmente por tratar los dos temas que han ido incluidos en mis contestaciones.
El tema de los familiares y el de diferenciar las actuaciones en sala y por habitaciones. Normalmente se tiende a generalizar, y desde mi modesta experiencia cada tema hay que fraccionarlo. Puede que no tengamos respuestas para todo, pero quizás seamos capaces de dar respuestas a pequeñas cosas.
Un mago puede no tener la experiencia suficiente para echarse un sala encima, pero puede ir repartiendo y regalando "pequeñas ilusiones" habitación por habitación, no por ello debe de decir NO a hacer magia en un hospital.
El tema de los familiares, que saqué en un mensaje anterior, solo me cabe esperar a que tengas tiempo y nos transmitas tus conocimientos.
Gracias Pulgas por tu cultura mágica.

[Pulgas]

(Off topic: Muchas gracias por vuestros apoyos y ánimos)

Los familiares.

En sala:
Nuestra presencia, en muchos casos, supondrá un respiro para los familiares de los niños que puedan desplazarse a una sala para ver la actuación. No es de extrañar, pues (y en absoluto reprochable) que no acudan al espectáculo y que se tomen un respiro, acudan a hacer algunas compras o sencillamente se vayan a tomar un café.
Algunos acudirán, claro. Sobre cómo tratarlos ya hemos comentado algunos aspectos.

De habitación en habitación:
Puesto que el tiempo que estaremos con cada paciente es menor, lo ideal es centrarse en el niño. Los familiares agradecerán mucho que distraigamos al niño, pero tampoco les vendrá nada mal que les dediquemos a ellos un saludo reconfortante y una sonrisa.
En relación a los familiares (especialmente los padres) nos encontraremos actitudes muy diferentes: desde el que invita al peque a participar en todo, aunque no le apetezca mucho (espíritu de protección y creencia de que si se distrae estará mejor), hasta aquellos que quieran robar el protagonismo de la sesión. Lidiar con ellos puede ser complicado (ya hemos dicho que se encuentran en una situación extrema) y puede requerir mucha mano izquierda.
Hemos de tener un cuidado especial con los ángulos, pues las habitaciones no suelen ser muy grandes, la distribución de las camas, para nosotros, es penosa (generalmente tres por habitación en la sanidad pública española), y la imposibilidad de situar a los acompañantes donde nosotros deseemos, es muy complicada (casi nula). Este aspecto deberemos tenerlo muy estudiado antes de iniciar las sesiones.

El personal sanitario.
La gente que trabaja en pediatría suele ser muy agradable. Está en contacto directo con los niños, tienen experiencia en su trato y de hospitales saben más que nosotros. Mucho más que nosotros.
Si unimos a ello que conocen a los peques mejor que nosotros (conviven con ellos), la conclusión es clara: debemos convertirlos en nuestros aliados, nunca nuestros rivales.
Puede que choquemos con ellos en algunas ocasiones (como podemos chocar con el organizador de cualqueir otro evento) peo hemos de tener en cuenta que ellos conocen mejor las características del lugar y de los niños y que, cuando nosotros nos marchemos, ellos seguirán ahí. Así pues, la primera norma es escucharles en los previos (es su trabajo) y asumir que una vez que empecemos la sesión es nuestra. Ahí mandamos nosotros (es nuestro trabajo).
Para el personal sanitario una sesión de magia puede ser un momento de distracción (durante el desarrollo del espectáculo debe serlo), pero también puede implicar un trabajo extra (desplazar a los niños con problemas de movilidad hasta la sala, en el caso de los celadores; recoger lo que manchemos, en el caso del personal de limpieza, etc). En ello podemos ver la actitud distante que nos encontraremos en ocasiones.
Ya, ya sé que es su trabajo, pero a ninguno nos gusta que nos lo multipliquen.
En genral, cualquier problema que hayamos tenido se disipará en cuanto emepecemos nuestro show. Ahí ya reina la alegría y todos, incluidos los más gruñones, quiere pasárselo bien.

(Continuará.. Además de finalizar el tema de los adultos, aún nos queda por estudiar las salas especiales -oncología, etc-, la cuestión de los regalos y algún que otro fleco. Eso sin contar con lo que a vosotros se os pueda ocurrir y queráis que comentemos.)

[gandulcat]

Bueno ,algunos habeis hablado de malas experiencias.Pero se que muchos magos de los que estais leyendo esto,seguro,seguro,que tiene que contarnos ,aquella vez que en un hospital se sintio el hombre mas feliz del mundo cuando.......
Anda hombre,contad alguna anecdota bonita que os paso.
Animarse.

[Pulgas]

Vale, tienes razón. Interrumpimos la teoría por un momento y hacemos un receso para contar anécdotas más amables.

En el año 2000 fui a actuar a un hospital público. Acompañaba a los Reyes Magos en un acto organizado por una emisora de radio. ¡Qué malos eran los Reyes: en lugar de pedir la ayuda de actores (o de magos, que habría sido lo suyo) eran lo locutores!
La sesión (de habitación en habitación) iba muy bien hasta que quisimos entrar en la zona de enfermos terminales. La dirección del hospital nos lo prohibió. Los médicos se enfrentaron al secretario, le hicieron ver que era absurdo y él, en aplicación de las normas recitó todo el protocolo: que si la estirilización, que si el material que introducíamos...
La bronca subió de tono y el secretario llamó al director por teléfono (que libraba ese día). Como los médicos estaban dispuestos a que entrásemos, el secretario terminó situando a un vigilante para bloquear la puerta. Como veis, hasta aquí es todo absurdo. A todo esto el revuelo ya era grande, la emisora de radio quería abandonar y yo estaba más cabezota que nunca: había que entrar, pues los médicos no veían razones para no hacerlo.
Salió una madre y, llorando, le pidió por favor al vigilante que nos dejase pasar, que pensara en la ilusión que le hacía a su hijo, que quizás fuese su último memento de alegría... (el secretario se había ido). Al final el vigilante le pidió a una enfermera que le dijese a otro vigilante que le llamara por la emisora por algún asunto grave (así el se cubría las espaldas). Se hizo, y sin muro humano, entramos.
La sesión fue preciosa. Los niños disfrutaron a la grande y yo me fui a casa más contento que unas pascuas.
Al final, cuando llegó el director, ya estábamos trabajando y evitó más polémica. Ahí quedó todo, con alguna bronca, algún apercibimiento de expediente para uno de los médicos, pero no llegó a más.

Y otra bonita, bonita.
Fueron cuatro sesiones en sala. Al finalizar una de ellas utilicé los D'lite comentándoles que eran estrellas. Les "entregué" una a cada niño explicándoles que lo que le daba era un bebé de estrella, que lo apretaran fuerte en la mano para darle calor y que, si al abrir la mano no lo veían, era porque estaban dormidos (los bebés duermen mucho).
Al volver a la semana siguiente, se me acercó una niña con el puño cerrado, lo abrió y me dijo algo como...
"Mira, no la he perdido. Aquí está mi estrella. Lo que pasa es que sólo la podemos ver tú y yo ¿verdad? ¿Tú si la ves, verdad?
Y se me quedó una cosita en el estómago de esas que nunca se olvidan.

[gandulcat]

Como para olvidarlo...
Eres grande Fernando.

[Iban]

"Mira, no la he perdido. Aquí está mi estrella. Lo que pasa es que sólo la podemos ver tú y yo ¿verdad? ¿Tú si la ves, verdad?
Y se me quedó una cosita en el estómago de esas que nunca se olvidan.

Glups.

[Pulgas]

Después de este receso anecdótico-sentimental, volvemos a la carga.
Estábamos hablando del personal hospitalario.

Cuando trabajamos en sala se convertirá en nuestro aliado insustituíble. Puesto que rompemos su monotonía, y de una manera agradable, pueden servirnos, sin problemas, como "voluntarios". Con ellos podemos jugar con mayores garantías que con los familiares, pues los niños estarán acostumbrados a ellos, a su sentido del humor o a su manera de ser "cascarrabias", según los casos.
Yo nunca los ridiculizo (igual que no se me ocurriría dejar mal a un profesor en una sesión escolar). Tened en cuenta que cuando nos marchemos ellos deberán seguir ahí y continuarán desempeñando su trabajo.
Para el caso de que yo quiera centrarme en el "error del adulto" tiendo a hacer que el error sea mío, la responsabilidad del fallo siempre mía, aunque sea él el protagonista de mis desaciertos. De esta manera el juego continúa siendo tremendamente divertido y no les pongo a ellos en evidencia.
Me he encontrado el caso de profesionales tan volcados que se me han hecho incómodos. Tratan de ayudarmen tento que restan protagonismo al acto. Un poco de mano izquierda y algunas tablas me han servido para dejarles en su sitio sin tener que llamarles la atención directamente. A fin de cuentas su buena fe es evidente y sus ganas de ayudar, incuestionables.

De habitación en habitación.
Se convierten en nuestros embajadores, son los que nos presentan y suelen explicar al peque que estamos ahí para pasárnoslo bien. De paso, y en los pasillos, nos informan de las dificultades que podemos encontrar en los niños (movilidad, audición, etc.).
Yo aporvecho siempre los desplazamientos para obtener toda la información posible dentro de lo relevante para la sesión. Ya tendré tiempo luego de hablar de mis cosas con médicos o auxiliares.
En genral, en este tipo de sesiones permanecen en un segundo plano. Hacer magia de cerca invita a dejar que se centre en ella el niño y no ven necesaria su intervención. En cualquier caso siempre abro una puerta para que puedan participar y que el niño vea que todos estamos integrados, que todos disfrutamos y que no es una cuestión entre el enfermo y el mago, sino un acto de comunicación y entretenimiento colectivo. Eso al peque le ayuda a romper con la sensaciónde aislamiento que puede sentir encerrado en su habitación.

[Juantan]

Gracias por todo la información Pulgas, en el futuro me servira.
Tengo una pequeña duda: Cuando van de sala en sala... ¿Repiten los juegos? (Hacen una rutina en una sala, y en la siguiente la misma?) o varían?
Saludos!