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  1. #1
    Fecha de Ingreso
    21 dic, 06
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    162

    Predeterminado Alucino, vecino.

    Por motivos que entenderéis, no puedo dar demasiados detalles. En otros de mis post, me he recreado perdiéndome un poco por los recovecos del idioma, con el fin de dar un poco de colorido a la historia. Esta vez no puedo hacerlo. La persona que me contó esto me dio permiso para hablar de ello aquí, pero sin dar demasiados detalles. Afortunadamente ni esa persona ni su padre entran en este foro. Y dado lo que voy a contar, el chaval ya se ha asegurado de que jamás su padre se entere de la existencia de este lugar.

    En otro post, hable de un chaval al que recomendé un libro. Encontré a ese muchacho en el mismo sitio donde le conocí, y me confirmó que sí, que había conseguido el libro. No parecía de todos modos muy contento. Pensé que quizá le estaba costando más trabajo del que pensaba y se estaba desmoralizando. No era ése el asunto que le traía por la calle de la amargura.

    Me contó que básicamente echaba de menos alguien con quién ensayar. Le dije que yo practicaba mucho ante mi mujer. Escoges alguien de confianza, y si fallas, pues no pasa nada. Él solía hacer esto mismo con su padre.

    Perdón por el paréntesis que abro ahora, pero me recordó la situación con mi padre. Ya conté que empecé a intentar hacer magia hace más de veinte años, aunque luego lo dejé. Mi padre era un gran aficionado a la magia, pero como espectador. Siempre que actuaba alguien por televisión, había que estar en casa en absoluto silencio porque no quería perderse detalle. Siempre se preguntaba ¿cómo lo harán? Pero no era porque quisera reventar juegos, era por una curiosidad que no considero insana, ni mucho menos. La curiosidad en sí no es mala, no seríamos humanos si no la tuviéramos. Recuerdo que un día me vino a casa (yo tendría nueve o diez años), y sacó una baraja española de un cajón. Retiró los cuatro reyes y me dijo que eran unos ladrones. Algo había preparado primero pero no vi lo que era. Me enseñó los reyes en su mano, abiertos en abanico, y los puso sobre el mazo, boca abajo, diciendo que ese mazo era un banco que los ladrones iban a robar. Uno de los ladrones bajó a la calle (lo puso sobre la mesa delante del mazo), por si venía la policía. Otro fue puesto en mitad del mazo, para apuntar con su pistola a empleados y clientes, que no diesen la alarma. Otro bajó a los sótanos, donde estaba la pasta, y lo puso debajo del mazo. El cuarto ladrón se quedó arriba por si venía la pasma, poder escapar en helicóptero. Cuando llegó la policía, el ladrón de la calle subió arriba y llamó a sus compañeros. Menudos ojos se me pusieron cuando vi que los cuatro reyes estaban encima de la baraja. Luego me enteré de que un compañero de trabajo se lo había enseñado.

    Algún tiempo después, y tras muchos ruegos míos, mi padre me contó cómo lo había hecho. Me dijo que no podía decírselo a nadie nunca. Lo hice algún tiempo después para mis amigos y creo que les gustó bastante. No obstante, había una pega. De este detalle me di cuenta a medida que me fui haciendo mayor. Mi padre enseñaba los cuatro reyes en su mano, sin permitir un examen de los mismos. Yo siempre pensé que ese juego mejoraría mucho si uno enseñaba los cuatro reyes uno a uno, sobre la mesa y permitiendo verlos claramente al espectador, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo.

    Muchos años después, encontré una técnica que me permitía hacer eso. Alguien me la enseñó, un profesional al que conocí en Barcelona, pero esa es otra histora. Digamos que aquella fue mi primera etapa en la magia.

    Cuando volví a casa, le hice el juego a mi padre, tal y como me había enseñado el mago. Mi padre quedó asombrado. Quería saber cómo lo había hecho. Él me había enseñado la primera versión, por tanto, nobleza obliga, yo sentía el deber de contarle el secreto. Hice algunos juegos más para él. Creo que se ilusionó bastante al ver qué cosas había aprendido mientras estaba fuera. ¿Cómo lo haces? me preguntaba. Y dejarme deciros una cosa antes de que alguien ponga gritos en el cielo. Antes de decirme que le rompía la ilusión os voy a decir lo que de verdad hubiera desilusionado a mi padre. A mi padre se le hubiera roto literalmente el corazón en pedazos si yo no hubiera compartido algunos de estos secretos con él. No es que me hubiera echado de casa ni nada de eso. Simplemente yo le hubiera decepcionado.

    Un día quiso hacer ese famoso juego de los cuatro reyes para su compañero de trabajo, el mismo que se lo había enseñado. Le dije que no podía. Que le hiciera otro, pero no ése. ¿Por qué? me preguntó él. Fácil, cuando él te hizo este juego, te contó el secreto. Por tanto, ahora que lo has perfeccionado, no estaría bien que no compartieras el secreto con él. Pero por otra parte la técnica que se usa aquí, se aplica también a otros juegos, cuyo secreto saltaría a la vista si los hicieses para él. Por tanto, no puedes hacerle este juego. A otra gente, sí, pero no a él.

    Me dio la razón, pero lo cierto es que nunca hizo un juego para nadie. Se ponía muy nervioso. Pero cuando los hacía yo, se le caía la baba, no de los juegos en sí, sino del hecho que él sabía los secretos, pero el resto no. De alguna manera, él se sentía un poco mago también.

    Poco a poco, fuí dejándolo, y nunca más volvía a agarrar una baraja, salvo para jugar al tute. Pero recuerdo aquella complicidad con mi padre, con mucho agrado. Por tanto el que el chaval tratase de practicar con su padre, me parecía muy bien, incluso a que compartiese algún secreto con él. En esto, como todo, depende de las personas. A mi padre antes le hubiesen degollado que contar alguno de mis juegos. En cambio yo no conocía mucho al padre de este chaval, aunque a priori, si leéis el otro post, sabréis que no me cayó muy bien. Después me cayó peor.

    Perdón de nuevo por este largo inciso. Simplemente quería que viérais qué ilusión podía tener un niño al compartir estas cosas con su padre. El chaval practicaba mucho, con el libro delante. Si su padre hubiera cogido alguna vez el libro y le hubiese echado una ojeada, y se lo hubiera dicho al crío, podría tener algún tipo de sentido. Pero veréis qué hacía este... caballero.

    Cuando el chaval tenía un juego más o menos dominado, o creía tenerlo dominado, le preguntaba a su padre si podía hacérselo, para que le diese su opinión, para que viera si se le notaba. Su padre decía que sí. Cuando el chaval terminaba, su padre, se tronchaba de risa con comentarios del estilo de "anda ya, se te ha visto que hacías esto y lo otro..." o bien "has contado las cartas y se te ha notado cómo movías los labios al hacerlo". Decir los fallos está bien. Reírse porque cometes errores no está bien. Pero lo que no tiene nombre ni justificación ninguna es que un día el chaval pillase a su padre leyendo el libro, mirando los trucos, y cuando el crío le pregunta que qué miraba, va el tío y le contesta que mirando cómo se hacen los juegos porque "¿cómo te crees si no que te los pillo?". O sea, que no es que el chaval lo hiciese mal, que bueno sí, alguno que hizo para mi, sí que cometía errores, casi tantos como yo, pero eso es algo normal en un novato. Pero no es que el padre lo pillase, no. Es que el interfecto ya se sabía el juego y aprovechaba para hacerse unas risas a costa de su propio hijo.

    Así no me extraña que el chaval ande algo desmoralizado por la vida. Le dije que si quería seguir con ello que buscase otro tipo de público. No tiene hermanos, pero quizá un amigo íntimo esté dispuesto a ayudarle, si se tiene confianza en que guardará el secreto. Yo ya me he ofrecido para que me haga los juegos que quiera cuando quiera, pero lamentablemente no vivimos en la misma ciudad y sólo coincidimos algunas veces, en el pueblo donde nos conocimos. De todos modos tiene mi dirección de correo, y espero seguir en contacto con él.

    No entrará en este foro, porque su padre no le deja entrar en foros ni chats ni nada. Parece ser que hay mucho degenerado por ahí. Pero él sabe lo que tenía pensado escribir. Lo que no sabe es el calificativo que me merece su padre. No lo diré ahora porque a nadie le gusta que insulten al autor de sus días. Pero seguro que a vosotros se os ocurren calificativos a docenas.
    ¿Qué hace un mago en una habitación a oscuras?
    Magia Negra.

  2. #2
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    Predeterminado

    Pues si, se me ocurren calificativos a docenas. Que un amigo o un compañero te haga algo así, bueno, podría entenderse. ¿Quien no se ha vacilado de un amigo? Pero un padre....... se supone que está para animarte, no para destrozarte la ilusión. Y encima con mentiras.

    Un saludo.
    El Márketing es la tasa que pagas por no ser extraordinario.

  3. #3
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    Predeterminado

    No se deben de hacer juegos a amigos y/o familiares a menos que esté demostrado que los van a disfrutar.

    Romper esta regla es como darse contra una pared a propósito.
    He descubierto que soy un "ninja de internet".
    Samurai espía for ever!

  4. #4
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    Predeterminado

    Cita Iniciado por ignoto
    No se deben de hacer juegos a amigos y/o familiares a menos que esté demostrado que los van a disfrutar.

    Romper esta regla es como darse contra una pared a propósito.
    No es "hacer juegos para familiares y/o amigos". Es que cuando empiezas, tienes miedo siempre antes de soltarte ante gente extraña. Es hacer el juego, sabiendo que no te va a salir muy bien, a alguien de cofianza, para si fallas, saber que no se va a cachondear y luego tendrá la boca cerrada. Supongo que cuando llegue el momento y tenga más experiencia y domine los nervios, ya se soltará a hacer juegos ante un público que le sea ajeno.

    De todos modos, yo suelo hacer juegos para mis amigos, y todos permanecen en un silencio respetuoso, y hablan sólo cuando yo se lo permito y aplauden cuando mis esbirros se lo ordenan. Por la cuenta que les trae.
    ¿Qué hace un mago en una habitación a oscuras?
    Magia Negra.

  5. #5
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    03 may, 07
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    Predeterminado

    ¿Y cuando uno comienza de niño? ¿Ante quien hace los juegos que aprende? Lo lógico es que se los haga a su padre, o cualquier otro familiar cercano, como yo se los hago a mi mujer. Lo que no es normal es lo que hace el padre. Supongo que será el típico tio que no soporta que alguien sepa mas que el. Carne de psiquiatra.

    Un saludo.
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  6. #6
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    Predeterminado

    Un chaval tiene una ilusión. Esa ilusión comporta la necesidad de mostrar algo a alguien cercano que vea sus primeros pasos. Con toda la ilusión se lo enseña a SU PADRE. Éste se busca las vueltas para 'ir un paso por delante de su hijo y reirse de él'. He repasado la lsita conmpleta de descalificaciones posibles para semejante sujeto y no encunetro ninguno aplicable, todos se quedan cortos.

    Es tu hijo C O Ñ O! Da igual si tiene 5 o 15 años. NECESITA de ti. Vale que leas a escondidas el libro y que luego le 'indiques' detalles con el fin de ayudarle (y es ir demasiado lejos, pero lo haces por su ilusión). Pero para reirte.... VAYA USTÉ AL GUANO, HOMBRE!
    "La magia es el arte de transformar una ilusión en una sonrisa y un aplauso" [Patrick I. O'Malley]
    "Y procura hacerlo bien para que, cuando aplaudan, no sea tu cara lo que hay entre sus manos" [También Patrick I. O'Malley]

  7. #7
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    Predeterminado

    Nadie nace ni aprende en ningun sitio como ser un buen padre.
    Es algo que se apende sobre la marcha, aunque todos deberiamos( y digo deberiamos, porque no siempre es asi) tener ese don natural, ese amor de padres que nos muestra o nos permite saber, incluso sin haber aprendido, que esta bien y que no para con nuestros hijos.
    Desde luego hay gente que no lo tiene y que ni para ser padres sirven, ni estan ni estaran nunca preparados.
    Por eso, y aunque parezca exagerado, muchas veces considero a los animales, mucho mejores y mas inteligentes que algunos seres humanos.
    un saludo
    ``YO SOY El Camino, La Verdad y La Vida, nadie viene al Padre si no es atraves de Mi

    Jesus

  8. #8
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    31 oct, 07
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    87

    Predeterminado

    vaya.... se supone que los padres aunque te vean el truco te dicen que lo has hecho bien, pero esque este tio...


    bueno... hay gente para todo (como se suele decir), y lo malo de todo esto es que el niño puede llegar cojer un trauma o algo por el estilo, porque ya no es solo con la magia, despues de eso a que otro hobby (aficion o como lo querais llamar) va ahora a emprender??, si sabe que no tiene a gente de su lado??

    salu2
    No me tomes por un hechicero del tres al cuarto, Bilbo Bolsón!!! - Gandalf (La comunidad del anillo)

 

 

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