A los sobreintérpretes de las letras

Las cortinas blancas del salón rojo
(rojo por ser rojo, blancas por ser blancas),
mecidas por el viento con enojo
(por la violencia que tienen sus ráfagas)
bailan, danzan y juegan a su antojo
(o al menos lo parece sin estar vivas)
mientras un loco (que escribe estas líneas
[las que estás leyendo]) de forma muy sutil
(porque así creo deben ser las críticas),
juguetea con las letras a su antojo
(no literalmente sino con las rimas)
y ataca paranoicos con enojo
(sin darles pie a interpretaciones locas)
muy amablemente y esperando que todo esté bien claro, desde el salón rojo.


S. Alexander