La bella coherencia del absurdo

[Ricardo Solo]

Os dejo aquí un artículo que escribí para las tertulias mágicas granadinas:

Me gusta pensar que la magia no se produce ni en el mago ni en el espectador, sino en un lugar intermedio en el confluyen las esferas personales de ambos. Así se genera un espacio común de juego y empatía. Imagino como las proyecciones personales tanto del mago como del espectador se estiran para encontrarse en un lugar onírico dominado por la esfera mágica. Creo que es posible crear un mundo completo en el que convivir durante el tiempo que dure el espectáculo.

Para poder habitar este mundo especial es importante tener en cuenta de antemano ciertos aspectos internos. El mago es quién conoce las reglas sobre las que se fundamenta y quién invita al espectador a jugar con él. La única misión del espectador consiste en dejarse llevar y disfrutar del entorno que se ha construido a su alrededor. Pero no es fácil convivir en un mundo desconocido. El terreno ajeno suele resultar hostil e incómodo, y aquí viene la principal labor del mago: crear un universo coherente en el que el espectador pueda sentirse arropado. Para ello debe conocer, o al menos comprender, las nuevas reglas naturales creadas especialmente para él.

En toda actuación se suscribe un pacto tácito entre todos los presentes que aceptan asumir una mirada abierta ante lo que acontezca y que obliga al mago a ser honesto con los espectadores y no introducir discrepancias que les separen de la ficción creada.

Esto me lleva a lo que articula mi visión personal de la magia: el absurdo. Creo que la magia basada en el absurdo, en la creación de imposibles que impacten frontalmente con las convicciones terrenales, contiene todas las herramientas necesarias para que nuestro mundo imaginario se vuelva circular y completo. Sin embargo, el absurdo por sí mismo, no deja de romper constantemente la atmósfera mágica. Muchas juegos son absurdos intrínsecamente, pero carecen a su vez de la coherencia interna necesaria para que el absurdo resulte lógico. No quiero argumentar de forma destructiva antes de pasar a la parte constructiva, pero me parece importante delimitar claramente lo que entiendo por absurdo de antemano. La aparición de un billete del interior de un limón es absurda en cualquier caso, pero adolece de falta de lógica interna. Sólo es un hecho azaroso que no permite al espectador entender, o al menos empatizarse, con los motivos del milagro. Si queremos jugar con el espectador en igualdad de condiciones, hemos olvidado explicarle que en nuestro mundo los limones vienen con cartas dentro. Podemos hacer aparecer unas semillas de un mazo de naipes, dejarlas caer en una bolsa de cambio y producir después un limón. Aunque todo el proceso sea imposible, sí parece internamente lógico que de una semilla de baraja salgan frutos con cartas. La experiencia será más memorable porque el espectador entra en un juego en el que lo imposible sigue unas reglas internas fácilmente comprensibles y coherentes.

Llevado a la experiencia global de un acto mágico, y pensando ahora sólo en los aspectos presentacionales, un mundo totalmente imposible (o improbable) será más consistente en cuanto tenga unas reglas internas armonizadoras, por artificiales que sean éstas. Pensemos por un momento en el cine, sagas como Star Wars generan mundos irreales, basados en principios imposibles en nuestro universo conocido, y sin embargo lógicamente relacionados. Los poderes de la fuerza, las explosiones con fuego en el espacio o el hecho de que todos los seres del espacio sean antropormóficos quedan integrados por ser coherentes entre sí y aportar una visión global del universo.

Si una actuación se fundamenta abiertamente en el absurdo, proponiendo al espectador convivir con él, y se reviste todo de coherencia interna, será más fácil que olvide las inconsistencias de la realidad y acepte todo lo que ocurra.

Las presentaciones basadas en el absurdo son además amenas y esencialmente mágicas. En mi trabajo personal me gusta partir de situaciones o hechos factibles y derivar de ellos consecuencias absurdas manteniendo siempre la lógica interna. Planteo premisas imposibles y las sigo hasta las últimas consecuencias, de modo que los espectadores puedan sentir que entienden el curso de las acciones, lo que ayuda a romper la barrera creada como espectador e integrarse como partícipe del acto.

Creo que esto además debe aplicarse a la generalidad del espectáculo. Si bien los distintos efectos no necesitan una estrecha coherencia entre sí (las reglas creadas para un juego no tienen por que ser válidas para el siguiente), deben mantener una línea general que aglutine el total como perteneciente al mismo ámbito de realidad.

Este artículo constituye sólo una pequeña incursión en un tema mucho más amplio, que abarca desde los manejos y la belleza de las discrepancias, hasta la posibilidad de jugar libremente con la charla una vez suscrito el pacto tácito de juego entre espectador y mago.

[Iban]

:-D

Ricardo, eres lo que más he echado de menos en mi ausencia.

Y comparto al 100% tu visión del absurdo, no como una situación carente de reglas, sino como un escenario en el que las reglas son diferentes a lo razonablemente común, pero igual de coherentes que las del universo conocido.

[Ricardo Solo]

Así el reencuentro es más bonito.

A ver si me pongo también con el absurdo en las técnicas y las discrepancias naturalizadas.

El absurdo es una herramienta fantástica, pero es horroroso ver como muchas veces se rompe la ficción sólo por comodidad, falta de estudio, o por no pensar.

[b12jose]

Que grande eres Ricardo!!

[luis_bcn]

cuantas palabras raras,xDDD , MUY GRANDE RICARDO!!

[goldenart]

Buen post.

Estoy preparando un juego de unos 3 minutos aproximadamente, bueno puede durar más si extiendo la presentación, y consta de 3 efectos, que creo que van in crescendo. El primero de ellos es un cambio de color de una carta cualquiera por la carta elegida. Después de este efecto paso a otro totalmente diferente, pero uso la misma carta.

La presentación trata sobre las segundas partes de las películas, es una especie de monólogo en el que intento romper una lanza a favor de las segundas partes, que pueden ser buenas o mejores que las primeras en algunos casos. Para demostrarlo me valgo de una baraja y un juego, el cual explico que tendrá una primera parte (cambio de color), y una segunda parte (su carta boca abajo, se da la vuelta entre dos jokers).

Supuestamente el juego acaba con el segundo efecto. Entonces vuelvo a repetir el mismo efecto (o eso le parece al espectador) y en lugar de darse la vuelta de carta, el dorso de ésta cambia de color.

Entonces, todo lo que ocurre en mi juego carece de lógica, es absurdo, una carta cualquiera se transforma en su carta en menos de un seg, su carta se da la vuelta estando atrapada entre dos, y finalmente su carta cambia de color en su dorso. ¿Cómo lo haría para darle un sentido a todo esto? Trato de conducirlo todo con mi explicación de las segundas partes, pero creo que no acaba de cuajar.

Quizás le esté buscando la quinta pata al gato, ¿qué me recomendáis? Siempre me baso en la idea de que menos es más, y por eso no me alargo mi presentación. ¿Qué me aconsejáis?

Saludos.

[Ricardo Solo]

En realidad tu estás hablando de la incoherencia en otro terreno distinto al del hilo. El problema es más estructural que presentacional. No te encaja la casa dentro de los muros. Prueba a amasar efecto e intenciones a ver si consigues que encajen. Si no, puedes aprovechar la presentación para otro juego y el juego para otra presentación.

Siento ser tan inexacto pero sería cosa de meterse a fondo en el juego. Muchas veces estudiamos un juego y luego le damos una charla, lo que suele llevar a problemas de encaje.

Aprovecho para adelantar que en breves seguiré con la coherencia del absurdo. Esta vez con las vicisitudes internas del juego.

[Iban]

Goldenart, cuando se tiene un efecto y se piensa una charla para él, normalmente lo que queda es un "parche". Dos realidades que no encajan salvo que tu espectador sea muy indulgente contigo. La charla modifica al efecto, y el efecto a la charla. Tienes que plantearlo como dos serpientes que se enrollan mutuamente la una en la otra. No puedes dejar el efecto sin variar y pretender adaptar la charla, así siempre quedará artificial.

Como dice Ricardo, lo que tienes entre manos no es un problema de coherencia o absurdo, sino de construcción.

Un ejemplo muy típico y tópico de coherencia absurda (¿o es absurdo coherente?) sería la de pretender que el rojo pesa menos que el negro en un agua y aceite. Y luego mezclar la baraja para, al dejarla reposar, que quede ordenada de menor a mayor, por peso de la tinta.

[Edo Sánchez]

De verdad que es de lo mas interesante que he visto en el foro, por supuesto comparto muchas de tus apreciaciones y solo tengo una consulta y es si tienes escrito algo mas que este articulo ya que como dices el tema es mas amplio y por lo mismo me gustaria ver un poco mas de este tema tan interesante.

Saludos

[Ricardo Solo]

De verdad que es de lo mas interesante que he visto en el foro, por supuesto comparto muchas de tus apreciaciones y solo tengo una consulta y es si tienes escrito algo mas que este articulo ya que como dices el tema es mas amplio y por lo mismo me gustaria ver un poco mas de este tema tan interesante.

Saludos

Sí, ya tengo escrita una segunda parte sobre las vicisitudes internas pero se me está complicando el estudio y tardaré algo más en publicarla. Tal vez termine montando un escrito más largo con toda la teoría porque el artículo del hilo también es un resumen.

Muchas gracias