Crónica de la Entrada a la Prisión de Alcalá-Meco

Entrada en la Prisión de Alcalá-Meco

Cuando entramos, por el segundo control nos hicieron subir al despacho del jefe de seguridad. Allí, este nos recibió amablemente al igual que la mujer que lo acompañaba. Pronto comenzamos a bromear sobre hacer desaparecer presos o enseñarles a escapar y, junto con la magia y la importante habilidad de algunos de nuestros artistas para la artesanía y la agilidad manual, llegó un desfile de productos del interior que habían sido confiscados a los presos que allí residían.

En primer lugar nos mostró un pincho, compuesto por un mango de algún material moldeable recubierto de celofán. De uno de sus extremos salía la punta de una vara de metal, más o menos de 5 centímetros aunque no muy afilada.
Posteriormente nos enseñó una máquina de tatuar artesanal casi terminada. Dado que jamás habíamos visto una máquina de tatuar, no sabría identificar sus piezas ni su correcta morfología, pero parecía una obra de ingeniería.
Por último nos indicó que los armarios que teníamos a nuestro lado estaban llenos de este tipo de artilugios. No queriendo ver más debido a que el tiempo apremiaba, aunque nos invadía infinita curiosidad, nos despedimos para adentrarnos más en el interior y atravesar el patio.
Sí, es como en las películas: Muros altérrimos con alambre de espino en lo alto, suelo pavimentado que añade aún más gris al paisaje y por todos lados presos vestidos con los monos y entregados al trabajo que les haya tocado. ¡Ah, e insultos!

Lo último que tengo permitido describir es la entrada al módulo: una puerta se abre frente a ti y entras a una sala que tiene un guardia tras una mampara a un lado y otra puerta enfrente. Se cierra la puerta detrás de ti, quedas encerrado unos segundos y la puerta que tienes delante comienza a abrirse lentamente. Ahí ya es oficial: Estás en la cárcel.

Un abrazo mágico

S. Alexander

E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R
Enserio me ha gustado mucho

Pues tienes que ir a actuar a una, te va a gustar incluso más, ya verás. ¡Para escribir cosas hay que vivirlas! :)

Un abrazo mágico y encantadérrimo de que te haya gustado, julioso

S. Alexander